“La poesía es todopoderosa e insignificante. Insignificante porque su influencia en el mundo es mínima. Poderosa por su relación con el lenguaje” dice en una entrevista del año pasado, Rafael Cadenas, Premio Nacional de Literatura (1985) y Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances (2009),barquisimetano universal inclinado a oír con la atención reclamada por Eliseo Diego para considerarse poeta. A Cadenas le acaba de ser otorgado el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca, creado con la finalidad de “Reconocer la obra de un autor vivo que por su valor literario, constituye una aportación relevante al patrimonio de las letras hispanas”.
El poder de la literatura radica precisamente en sostenerse en las redes del lenguaje y el de un escritor, además de la posibilidad de encontrar al ser en el lenguaje, en este caso de un poeta que dice escribir en prosa, es el de aumentar la capacidad simbólica de la lengua que habla.
Debo reconocer que me acerqué tardíamente a la obra de Rafael Cadenas. Tardía porque pude haberlo hecho de la mano de más de un amigo común, que incluso pudo habérmelo presentado aunque mirándolo bien, tampoco habría sido fácil dados sus rasgos personales, más dados a la introspección y conversa de poco volumen, que a grupos variopintos de una generación que discutía con la misma intensidad, política y literatura.
Me acercaría a su obra a través de un librero argentino ya fallecido, Alberto Conte, quien se dedicaría una tarde a leer en voz alta,repitiendo hasta aprendérselo una y otra vez, Derrota, poema nacido en medio de una crisis existencial y que al parecer es su poema más conocido dentro y fuera del país. Quizás ese comienzo me ha hecho sentir como un regalo, no sólo su sostenida y profunda obra poética, sino sus reflexiones en torno al lenguaje, vigentes para cualquier país de latinoamericano unido al nuestro por el idioma común.
Hoy Cadenas es una de las voces poéticas venezolanas más honesta y fiel consigo misma. Sigue siendo un hombre silencioso, cuya sobriedad en la escritura condensa reflexiones nacidas de su observación de la realidad y del devenir de nuestro país. Alejado de verborreas, sigue pensando en el misterio de la vida cotidiana
En este campo minado en el que algunos pretenden dividir el país, Cadenas sigue siendo un poeta leído y apreciado por quienes saben que la poesía no es asunto de rótulos ideológicos ni de homenajes, sino de persistencia y honestidad. Le preocupan los estragos producidos por las ideologías, pues separan y violentan al ser humano. Cree más en el sentido común alejado de retóricas y mesianismo y en todo caso, más cercano al auto conocimiento para transfigurar la barbarie.
De la misma manera, le preocupan los fundamentalismos religiosos y políticos pues ambos conducen al fanatismo y su expresión extrema que es el terrorismo. En estos tiempos de autoayudas y arcanos celestes, Cadenas aclara en la entrevista realizada por Claudia Posadas, su pregunta sobre si la apertura al misterio del vivir le conduce en esa especie de mística personal, a una certeza religiosa como tal.
Su respuesta no deja dudas: “…la palabra “mística” se presta a confusión, suscita prejuicios y está tan cargada de sentidos que terminamos por no saber qué significa”. De la misma manera deja claro que: “Razón y misterio no se oponen, lo que pasa es que ella llega a un punto después del cual no puede seguir”. En relación a si certeza religiosa tiene que ver con creencia, dice no tener ninguna creencia. En cambio, “sentir el misterio que nos rodea y nos constituye, sí me parece religiosidad”.
