Este año 2015 es demasiado especial para este servidor. En el mes de mayo y este mes de octubre, se conmemoran los 80 años más importantes de mi vida. Sí. Cumplo 40 años de casado con mí amada esposa Teresa y 40 años escribiendo en el Decano de la Prensa Nacional: el Diario EL IMPULSO. Imaginen entonces mi alegría. El gozo que rebasa con creces los límites afectivos que manan de mi corazón.
Imaginen cuán agradecido puedo estar yo de mi amantísimo Padre Celestial por otorgarme tan inmerecidas bendiciones. Y cómo no estar agradecido de mi hermosa mujer, quien en tiempos irreverentes de este servidor, aguantó estoicamente por amor, la avalancha de conductas y procederes. ¿Y qué decir de EL IMPULSO? Ha sido la escuela didáctica e intelectual que me ha ayudado a crecer en este humilde oficio de “escribidor”. La verdad, no tengo palabras.
Recuerdo vívidamente aquel domingo de mayo de 1975. Los pelos de mi piel todavía se erizan al recordar aquel momento cuando abrí la página central del Suplemento Dominical de EL IMPULSO. Allí estaba, uno de mis primeros artículos. Era el Día del Árbol y lo publicaron centrado, en fondo negro con letras blancas y rodeado de muchas fotografías a color de flores y plantas ornamentales, que adornaban el liceo Padre de las Casas donde hacía una suplencia con mis 22 años de edad. No lo podía creer. Hay pocas cosas en este mundo de pecado que pueden colmar de alegría inenarrable lo que siente un corazón contento y para mí, esta fue una de esas ocasiones. Y ¿cómo no “restearme” en la defensa legítima de este diario?
Y mi bella esposa. Sí, bella por dentro y bella por fuera. Mi “ayuda idónea”. Después de 40 años puedo decir que aún sigo enamorado de ella. No me da pena decirlo. Uds. mis apreciados lectores no lo van a creer. Claro, un mundo bombardeado por la radio, la TV, la prensa escrita y ahora por las poderosísimas redes sociales y el internet, donde el ideal a alcanzar para un hombre de cualquier edad, es una mujer 90-60-90, tiende a borrar de la mente los propósitos de fidelidad del cónyuge. Pero, les aseguro, que aún durmiendo junto a ella por 40 años la tengo en mis sueños. Haber aceptado en mi corazón la verdad del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, creo, ha producido ese extraño fenómeno en este hombre sesentón.
Finalmente, quiero recordar dos frases que siempre tendré presente hasta que Dios disponga llevarme al descanso. Y las dejo para quien quiera apropiárselas. Una, de mi padre Gonzalo Amaro, quien era un asiduo lector del Diario EL IMPULSO y cuando supo que yo escribía allí, su orgullo no cabía en sí mismo. Me decía “Hijo, escriba, escriba, escriba”. Y otra, de mi Padre Celestial, quien si quiere lo mejor para los individuos, para la familia, el hogar, los hijos y la sociedad en general. “Maridos, amen a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio El mismo por ella”Efe.5:25. No me queda más que recordarles a los casados o aquellos que piensan contraer nupcias y es lo que siempre aconsejo a mis hijos y a todo el que me da la oportunidad de hacerlo, que el matrimonio es entre tres. La mujer, el hombre y Cristo Jesús. Si Uds. dejan que él forme parte de su vida conyugal, les aseguro, que toda tormenta que sobrevenga pasará. ¡El Señor DIOS les bendiga! ¡Hasta el próximo martes Dios mediante.
