Hemos visto, con preocupación cómo algunas organizaciones con fines políticos promocionan sus colores en menoscabo de la tarjeta de la unidad. Las mismas no aparecerán entre las opciones electorales del próximo seis de diciembre. Es un esfuerzo inútil y con algún rasgo de estupidez.
Tremendo error es vender un producto que no está en la oferta comicial. Se promociona lo que va a competir un determinado mercado. Para poder tener probabilidades de éxito. Un consumidor electoral observa las diferentes ofertas que se acerquen a sus intereses; jamás podrá tomar en cuenta una que no esté en su target.
Desde la creación no se saltan los tiempos, primero desembocaremos en el delta proselitista del próximo diciembre. El desenlace posterior es un misterio que solo conoce Dios. Como dice la sagrada escritura en 1de Corintios 16: «Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Más nosotros tenemos la mente de Cristo». Es decir qué probabilidades de descubrir lo que sabe Jehová no tenemos.
Tampoco somos el oráculo de Delfos donde los helenos adoraban a su deidad Apolo. A los pies del monte Parnaso en Grecia. Debemos manejarnos con estrategia. El régimen ubicó algunas tarjetas parecidas con la sola intención de confundir al elector; cuando dejamos de lado al escudo de todos le hacemos el juego al gobierno. Sin olvidar que carecemos de los recursos necesarios para contrarrestar su enorme red de manipulación mediática.
Es hora de actuar con inteligencia y desprendimiento. Si arriamos los colores de cada quien y enarbolamos el emblema de la unidad quebraríamos su estrategia. Eso es economía del esfuerzo, lógica electoral y saber viabilizar el objetivo. Cuando le proporcionamos preeminencias a nuestros egos o inclinaciones de grupo; le damos una bomba de oxigeno al régimen en dificultades, especie de fiera herida, que espera estos errores para abalanzarse en contra de nuestra opción. Debemos deponerlo todo: aquí lo fundamental es salvar a Venezuela. Llegarán los tiempos de dirimir las diferencias entre demócratas.
Al recuperar a nuestro sistema de libertades los escenarios serán distintos, sin descartar una amplia alianza nacional que inicie un largo periodo de recuperación del país. Debemos pensar en la reconstrucción casi absoluta de la republica que volvieron añicos. Cuando todo esté saneado y en su punto cardinal, cada quien mostrará sus colores como colofón de las ideas.
El régimen aplaude esos deslices. Tomas y volanteos en donde no se muestra la tarjeta unitaria es un fracaso. No tenemos tiempo para jugar a la casita feliz. Aquellos que piensan en aspiraciones en los años sucesivos sin contar con la decisiva batalla electoral del 6 de diciembre del 2015 están ovulando. Nadie puede predecir lo que ocurrirá en esos años. ¿Qué tal si por nuestros intereses personales y de grupo no tengamos patria? ¿Qué la pequeña rendija democrática que nos queda terminé llenándose de la total oscuridad de una dictadura que se quitó la careta? Hagamos que los ciudadanos sientan que actuamos con grandeza. Así qué promocionemos la tarjeta de la unidad. Es la opción que encontrará el elector en el tarjetón electrónico. Recuerden: no es un torneo de colores o egos de grupos, es la lucha entre los demócratas y la dictadura…