¿Cuánto cuesta un avión ruso de guerra Sukhoi? ¿y cuánto trece Sukhoi? Lo saben los que andan volando en compras de armamento militar en momentos en que necesitamos “volar” alto y mantener la cabina del piloto mirando hacia el frente, no precisamente desde aviones de guerra. Sino desde las horas de vuelo de otros pilotos que vienen surcando otros cielos cercanos al arte, la cultura, la ciencia, el conocimiento, la academia, formación, investigación y todo lo que usted desee incluir en la amplitud del horizonte de la creación humana. No de su destrucción.
Dicen que el buen juicio proviene de la experiencia. Esta última no proviene necesariamente de malas decisiones como rezan algunos proverbios pesimistas, sino por el contrario, de la facultad humana de reconstruir sus equivocaciones y evitar recorrer caminos equivocados. El asunto estriba en algunas ocasiones en recorrerlos de nuevo. Como dicen en el argot de los aviadores: “Volar no es peligroso. Lo peligroso es estrellarse”.
Durante este gobierno se estigmatizó todo lo que tenga que ver con actividades sindicales y gremiales. Es cierto que veníamos de un sindicalismo variopinto,cuyos dirigentes pactaban a espaldas de los trabajadores con el gobierno y/o patrones, pero caímos en la representación sindical y gremial única, dejando atrás enseñanzas que adquirieron carácter universal dada la experiencia propia y la de otros países desarrollados o no, a saber: que los sindicatos y gremios, al igual que los medios de comunicación, no han de estar al servicio del gobierno de turno, sino conservar la independencia que les permita reconocer ambos lados del río.
Si seguimos estableciendo analogías con los aviones, diríamos que todo despegue es opcional pero todos los aterrizajes son obligatorios. La huelga universitaria reciente, ha demostrado que el Ministerio de Educación Superior tuvo que sentarse a conversar con los representantes de las 18 Universidades no oficialistas, agrupadas en Fapuv. Los sindicatos que representan a las instituciones oficiales se agrupan en Fetrauve, organismo que firmó la primera convención colectiva oficialista, en su momento, dejó fuera a Fapuv.
Llama la atención que el Ministerio de Educación Superior se haya reunido por primera vez en 15 años con Fapuv, para oír sus reclamos y cuestionamientos a la II Convención,que si bien los incluyó para su discusión, fuera firmada solo por los oficialistas. Fapuv consideró que dejaba fuera derechos adquiridos y el principio de la progresividad que consiste en mejorar los salarios, de acuerdo a los índices inflacionarios de los dos años anteriores a la introducción del contrato. Esto explica por qué hay profesores universitarios que ganan mucho menos que el portero.
El obligado aterrizaje, nos muestra que lo que está en juego, al margen de salarios y presupuesto justo, es la vigencia de la Universidad. La crisis dejó de ser coyuntural como hasta ahora y pasó a ser estructural. Se trata de su sobrevivencia como institución, como “Casa que vence las Sombras” y espacio para el conocimiento científico, tecnológico y esencialmente humanístico. Equivocados están los que piensan una ciencia sin humanismo de por medio.
“El único momento en que tienes demasiado combustible a bordo es cuando el avión está ardiendo” dice otro refrán. Ahora arde el patrimonio más importante que tenemos, el de universidades de larga data y prestigio. Asunto que no solo atañe a su ahogamiento presupuestario, instalaciones dañadas o tomadas por el hampa, sino de la pauperización vivida por profesores, activos o jubilados, empleados y obreros, ausencia de planes de investigación, publicaciones, dotación de laboratorios y bibliotecas y todo lo que incide en la esencia de su ser universitario y en la educación universitaria recibida por sus estudiantes. Quizás impedirá el aumento de la “fuga de cerebros”, otro incendio que sigue sin extinguirse.
¿No hay dinero para vencer las sombras? Habrá que preguntarse de nuevo, cuánto cuestan 13 aviones de guerra Sukhoi e imaginarse qué pasaría si se invirtieran esos millones de dólares para otra guerra: en contra de la ignorancia. Esa que requiere de toda la vida. La que evita que el hombre acabe con sus semejantes y con el planeta que lo cobija.