El martes pasado publiqué en esta columna la denuncia de una habitante de Residencias Los Crepúsculos de la Misión Vivienda, quien me contó la situación de inseguridad que se vive en ese sector y señaló a algunos vecinos como responsables, en parte, de la misma.
Ese día en la tarde se acercaron a la sede de EL IMPULSO tres damas que también residen en la comunidad, a desmentir estas acusaciones. Aseguraron que sus hijos no son ningunos azotes, al contrario, son unos jóvenes estudiantes y de bueno conducta, cosa que pueden corroborar los demás residentes. Específicamente, la señora Eva manifiesta que ni sus hijos ni nadie que ella conozca, le han dado llave del portón a delincuentes ni a gente que no viva allí. Por otro lado, afirma que muchos vecinos sí alquilan puestos de estacionamiento a personas de otros edificios y por ende, les facilitan dichas llaves.
Auristela y Yeni también indicaron que ellas son tres ciudadanas decentes y trabajadoras, que nunca se han visto involucradas en hechos violentos y que jamás han pisado una cárcel. Además, se dedican a hacer labor social dentro de la urbanización, lo cual incluye orden y ornato del edificio y lucha por lograr las normas de convivencia para la urbanización por parte del INVI.
La señora Auristela manifiesta que ella vivió en un refugio durante tres años y que desde hace cuatro lograron obtener ese apartamento por parte del gobierno central y “no es justo que nos perjudiquen así” pues lo que quieren es vivir en paz.
Exigieron a la persona que realizó la denuncia que presente pruebas sobre sus acusaciones, si las tiene. “Esto lo hicieron con malicia y no puede ser. Ellos tienen que respetarnos y respetar a los niños y jóvenes de la urbanización, que es verdad que bajan al estacionamiento a jugar pelota pero no se meten con nadie, son muchachos educados”.
Finalmente, yo quisiera instar a los habitantes de esta y demás urbanizaciones de la ciudad, a vivir con entendimiento y armonía en comunidad. Recordemos que no estamos aislados, sino que somos parte de una sociedad en la que el respeto debe ser primordial.