A Daiber Bastidas, conocido entre sus allegados como Patica, le propinaron un tiro en la región craneal ayer a las 9:15 de la mañana en la manzana F, séptima calle, de Las Sábilas, norte de Barquisimeto. El joven de 22 años de edad se aferró a la vida.
Aunque el muchacho estaba en la vía pública, boca abajo y bañado en sangre, el hecho no consiguió inmutar a los vecinos. Pasaron cinco minutos y una mujer se asomó a ver lo que había ocurrido, casi se desvanece al ver que se trataba de Patica, su vecino y amigo de toda la vida.
“Patica soy yo, Ciyarai, hermanito esto no te puede pasar a ti”, le dijo entre sollozos mientras veía como brotaba sangre de su cabeza. Ella llamó a un familiar del joven que estaba en el centro de Barquisimeto y le pidió que fuera a Las Sábilas urgentemente.
Llegó a las 9:30 de la mañana al sitio del hecho. Un funcionario de la policía le indicó al pariente que lo trasladara porque todavía respiraba.
Lo subieron en una moto, Ciyarai se sentó detrás para sostenerlo y en el camino lo alentaba, pero la respiración del joven era cada vez más lenta.
Fue ingresado al Ambulatorio de Tamaca a las 9:40 de la mañana por el área de emergencia. Los médicos detuvieron el sangrado y le intubaron la tráquea para ayudarlo a respirar.
Eso es lo único que pueden hacer cada vez que reciben un paciente tiroteado y luego proceden a remitirlo al Hospital Central Antonio María Pineda donde sí tienen los equipos y condiciones para atender estos casos.
La agonía se agravó porque el centro de salud no cuenta con ambulancia propia. Un familiar llamó a un servicio de ambulancias privado pero el traslado costaba 5.000 bolívares; no tuvieron otra opción que esperar.
A las 10:22 de la mañana llegó una unidad pública. Los paramédicos abrieron las puertas de emergencia e ingresaron la camilla, tres minutos después sacaron la camilla, pero vacía. Daiber Bastidas había fallecido.
Quizás era inminente la muerte del joven, la bala había causado severos daños en su cerebro pero los dolientes se mostraron mortificados por el tiempo que esperaron de brazos cruzados al no tener cómo llevarlo al hospital.
La ambulancia propia del Ambulatorio de Tamaca está accidentada desde hace un año, según contaron los mismos trabajadores.
El jueves de la semana pasada, durante un madrugonazo, el gobernador del estado, Henri Falcón, prometió una unidad para el centro de salud. Esperan que la promesa sea cumplida a la brevedad posible.
Sobre el hecho
Patica estuvo en la mañana en la casa de su amiga Ciyarai. Ella le sirvió una arepa y un jugo de desayuno; terminó de comer y ella le dijo que se quedara otro rato para que vieran unas fotos en Facebook, pero él dijo entre risas: “Ya comí, ya me voy”. Se despidió y pasaron menos de cinco minutos cuando se escuchó la detonación.
Ciyarai le decía a Daiber que se fuera de Las Sábilas, aunque aseguró que no tenía enemigos allí, la comunidad está muy peligrosa, “ya no hay respeto por los vecinos”, dijo la amiga.
En dos oportunidades sufrió atentados, en una ocasión le dieron un tiro en la pierna y en otra él estaba cerca de su casa con unos conocidos cuando pasaron disparando pero las balas no lo afectaron.
Los familiares admitieron que la víctima era consumidor de drogas pero no creen que haya sido una deuda lo que haya conllevado al crimen. Dijeron desconocer las causas y los responsables.
A la víctima le amputaron la pierna izquierda cuando tenía 10 años, caminaba con ayuda de muletas. No tenía hijos, vivía solo en Las Sábilas y su madre lo visitaba de vez en cuando. Era muy solitario.
