Mitos y realidades sobre el sistema electoral

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Muchas son las leyendas urbanas que se han tejido en torno a nuestro sistema electoral, especialmente a raíz de las elecciones presidenciales de abril de 2013, en las que millones de ciudadanos pusieron en tela del juicio la victoria de Maduro dejando seriamente comprometida la confianza en el Consejo Nacional Electoral.

En asambleas de ciudadanos, conferencias o simples conversaciones en las interminables colas para comprar alimentos, se hacen sentir las preocupaciones de la gente en torno a las elecciones que se avecinan. Muchos son los rumores en torno al secreto del voto, el poder de las máquinas para cambiar el voto, o el carácter mágico que se le otorga al centro de totalización del CNE. Vale decir, que no hay distingos políticos en estas creencias:

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Oficialistas, opositores e independientes desconfían del sistema electoral. La realidad es bien diferente: Los mitos no son verificables y en el ámbito que nos ocupa no existen investigaciones científicas que validen la veracidad de estas creencias. En primera instancia, el voto es secreto, las máquinas no guardan la secuencia de los votos y tampoco permiten que los miembros de mesa ni el mismo CNE conozcan por quien votamos.

En segundo lugar, una vez expresada nuestra preferencia no hay manera de que sea cambiada por la máquina. Cuando votamos inmediatamente la máquina emite un comprobante en el que verificamos por quien hemos votado, posteriormente el comprobante es verificado por los testigos de cada opción política. En tercer lugar, los votos tampoco se pueden modificar en el centro de totalización del CNE. Si esto hubiese ocurrido en alguna elección los testigos acreditados de los partidos políticos que tienen las actas en mano de cada uno de los centros de votación habrían denunciado inmediatamente la diferencia arrojada entre las actas y los votos.

Hablar de fraude sin investigaciones que lo respalden entra en el terreno movedizo de las especulaciones.

Incluso existe un sector radical de la oposición venezolana que ha estado haciendo campaña en las redes sociales en contra del voto, y consideran que votar “legitima” al gobierno.

Entonces pregunto: ¿Cuál es su propuesta? El voto es un derecho y un deber y constituye la vía pacífica esencial que tenemos los ciudadanos para mantener o cambiar a los gobiernos.

Sin embargo, si entendemos que una elección no comprende solamente el acto de votar, entonces se hace necesario revisar numerosos elementos del proceso electoral, el cual abarca desde desde la apertura del registro electoral pasando por las votaciones, sus resultados y las impugnaciones (si tienen lugar). Para retomar el ejemplo de la elección presidencial del 2013, organizaciones nacionales e internacionales que estuvieron de “acompañantes” como el Centro Carter y la Red de Observación Electoral de la Asamblea Nacional de Educación denunciaron grandes irregularidades en la campaña electoral reflejadas en: el uso de recursos y medios de comunicación públicos para hacer proselitismo político, la dificultad en el acceso a los medios de comunicación de los candidatos opositores, la participación de funcionarios públicos en la campaña electoral, y la intimidación de los electores fundamentalmente a través del voto asistido.

Como vemos en ningún momento las denuncias se centraron en el voto electrónico o las máquinas. Frente a esta situación la ciudadanía junto a los líderes políticos debe trabajar por comenzar a construir condiciones más igualitarias y transparentes para los procesos electorales o lo que se denomina en la ciencia política como “elecciones competitivas”, que no son más que las elecciones en las que los votantes ejercen el sufragio sin coacciones en un marco jurídico democrático con iguales condiciones para todos los participantes.

Otro aspecto que no podemos soslayar es el relativo a la autoridad electoral que ha mantenido una posición de indiferencia frente a los reclamos de mayor transparencia e imparcialidad. Esto es una realidad que también se puede modificar en el futuro próximo, si el país elige una Asamblea Nacional más plural que represente la correlación de fuerzas actual del electorado.

En definitiva, el problema de nuestro sistema electoral no es el voto electrónico, que ha sido satanizado por el radicalismo. El problema son las condiciones bajo las cuales se realizan los procesos electorales y la falta de transparencia y equilibrio en las decisiones que se toman.

 

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