¡Más ingenieros!

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Las causas del subdesarrollo apuntan, entre otros factores, a graves insuficiencias tecnológicas, tanto en conocimiento teórico como operativo. Es lo que se deduce del último libro de Andrés Oppenheimer, Crear o morir, quien señala que América Latina está mal preparada para enfrentar el reto de la innovación tecnológica a la que ya está sometida desde hace años. Una de las razones está en que la producción de talento orientados hacia la tecnología, todo lo que de manera muy amplia podernos identificar como ingeniería, con todas su variantes.

En apoyo de su planteamiento, Oppenheimer señala que en América Latina las universidades gradúan más humanistas que científicos: el 63% de los jóvenes que egresan de las universidades latinoamericanas se gradúan en ciencias sociales y humanidades. Otro 18% egresan con licenciaturas en ingeniería, ciencias exactas y ciencias naturales. El resto lo hace en medicina, agricultura y otras disciplinas. Estas cifras contrastan enormemente con las especialidades de los egresados en países como China, Singapur, Hong Kong, Taiwan, Corea del Sur, etc. que se concentran en el área tecnológica.

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Hace tiempo supe que las solicitudes de ingreso al Pedagógico para estudiar ciencias del deporte superaban por mucho las correspondientes a física, química y matemáticas. Aparentemente, esta situación no ha cambiado: se prefieren las carreras facilonas y se huye de las rompecoco.

Ahora la situación se agrava con el añadido del énfasis en las universidades bolivarianas, en lo ideológico-político. Ahora, las causas de nuestro subdesarrollo están en la dependencia del imperialismo y en la explotación de manos de los ricos. Y, por supuesto, se señala a empresarios pelucones cuyas familias tienen muchos años aplicando políticas de desarrollo empresarial basadas en la racionalidad económica y tecnológica y cuyos esfuerzos se apoyan en la constante capacitación de su personal. La prueba de la importancia de este esfuerzo lo vemos en las muy odiadas Empresas Polar, que, precisamente por ser modelo del desarrollo capitalista, son sometidas a todas las agresiones posibles.

Los ataques a Empresas Polar rallan en lo irracional: se odia su eficiencia, su capacidad productiva, la solidaridad entre obreros y empresarios, el volumen de producción, la orientación a la mas alta calidad posible, el modelo de gestión del capital humano, la cultura organizacional, el ejercicio de la responsabilidad social empresarial, etc. Valores que van a contracorriente de la chabacanería oficial, del modelo de sociedad que los rojos rojitos quieren imponernos.

Y lo más importante: nada de lo que hoy es Empresas Polar podría haberse logrado sin un recurso intenso y en grado superlativo a las ingenierías y las tecnologías de punta.

Se trata de darle importancia primordial al conocimiento técnico muy claramente orientado hacia resultados.

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