En Venezuela, la pérdida absoluta de confianza en los servidores públicos se suma a la larga lista de problemas que nos aquejan. Esta mala racha comenzó cuando Lucas Rincón, en abril de 2002, anunció en cadena nacional que se le había pedido la renuncia al presidente y que aquél la había aceptado. Luego regresó Chávez, desmintió a Rincón, pero en vez de darle un castigo ejemplarizante como correspondía, lo premió con una embajada. Todavía nos preguntamos qué fue lo que sucedió.
De ahí en adelante hemos escuchado las explicaciones –cuando las dan- más peregrinas, rocambolescas y fantasiosas. Recientemente tenemos varios tristes ejemplos. El primero fue el decreto para “ejercer soberanía” en aguas que supuestamente están en reclamación con Guyana cuando la Exxon Mobil encontró petróleo. Digo “supuestamente” porque Chávez les había dado permiso para explorar. Y de explorar a explotar hay una sola letra. ¿Para qué iban a explorar si no podían explotar? De repente, Maduro reculó y dejó el asunto en suspenso. Todavía nos preguntamos qué fue lo que sucedió.
El segundo fue el incidente en la frontera colombo-venezolana cuando resultaron heridos tres militares. Maduro ordenó cerrar la frontera y de ahí en adelante comenzó la deportación –dura, humillante y violenta, como todas las deportaciones- de ciudadanos colombianos a quienes calificaron de “paramilitares”. Todavía nos preguntamos qué fue lo que sucedió.
El tercero fue el siniestro del Sukhoi. La versión oficial, dada por el inefable Walter Martínez es que perseguía un avión cargado de droga y que fue derribado por un misil tierra-aire colombiano, no detectado por los sofisticados radares venezolanos. Pero la realidad es que no sabemos nada de esos equipos. Es muy extraño que se hayan estrellado contra el suelo. ¿No tienen «radar altimeters» que midan la distancia sobre la superficie del terreno? ¿Se distrajeron los dos tripulantes cuando volaban bajo en una misión nocturna? ¿Realizaron una maniobra sin conocer los mínimos del área? ¿Cómo es que aparecieron cerca de Elorza? ¿Había un apagón total? En un avión de combate, un vuelo bajo nocturno es una maniobra básica. No les estaban pidiendo que aterrizaran en un portaviones durante una noche sin luna y con tormentas. Todavía nos preguntamos qué fue lo que sucedió.