Se lesiona toda norma de justicia con la detención por exceso de palabras, puesto que los hechos en concreto no fueron probados en el proceso, por ello lo dije en una declaración antes del juicio en el Diario EL IMPULSO, que a Leopoldo López lo iban a condenar por opinar diferente al régimen.
Para decir verdad, el Gobierno ya está persuadido de que ese sistema de promesas no cumplidas y que llamaremos “Utopía Revolucionaria” ha tocado a su fin y ahora existe una profunda esperanza en las elecciones parlamentarias como primer paso para acabar con un régimen pragmático que de revolucionario carece de sentido y se ha convertido en un régimen que se mantiene mediante la violencia y el terror.
Quienes venciendo la apatía protestan contra un Gobierno represivo que usa a los organismos militares y paramilitares para defender “el orden público” y señala a los opositores como incitadores al odio, como instigadores de la violencia, no pueden esperar clemencia; por ello no creo igual que Leopoldo López que la solución venga del régimen, la misma debe imponerse con la lucha dentro de los parámetros de la legalidad.
La sentencia que condena a Leopoldo López es un aviso para todos aquellos ciudadanos que trabajan, sufren y luchan por el mejoramiento de sus condiciones materiales y morales, pero sobre todo por las condiciones políticas a la que está llevando al país nacional, el país político que detenta el Gobierno de turno.
La fiebre revolucionaria que despertó el desaparecido Hugo Chávez en nada revolucionario terminó, porque los sectores militares y los hoy llamados enchufados desviaron esa calentura a diversas aberraciones y excesos de violencia, que aunque se esfuercen por disciplinarse en un programa y en un método de partido político (PSUV) ha desembocado en una alta represión y en la creación de un temor profundo, donde se castiga y se hostiga a todo aquel que piense diferente.
La oleada de represión no mitiga la verdad fatal para el régimen, que sabe que las elecciones parlamentarias las tiene perdidas, a pesar del juego de sectores de la oposición que pretende volatizar el descontento ante el régimen opresor, lanzándose como candidatos independientes.
La luchas y las crisis sociopolíticas deben tener un contenido profundo de transformación que está dirigido y es un mérito social e histórico de la Mesa de Unidad Democrática (MDU), que sin ninguna ceguedad sectaria nos lleve a salir de las amargas desilusiones y despertar las esperanzas que se ve como la luz al final del túnel.
Leopoldo no cometió ningún hecho criminoso, y la sentencia no contiene elementos que le interesan a la ciencia penal, sólo existen previsiones oscuras que de los hechos deducen aquellos que le dictaron la sentencia a la juez ejecutora, el juicio que debe realizarse a la sentencia es más moral que estrictamente legal, porque los hechos no tienen nada de criminoso, sólo tiene las consecuencias que el régimen les atribuye. Ya sabemos que en materia penal se castiga por lo que ocurrió y no por lo que la autoridad presume que hubiera podido ocurrir, sobre las bases de las presuntas intenciones del acusado.
A Leopoldo se le castiga por opinar, por disentir, por ello este es un juicio moral y no legal. La sentencia carece de argumentos precisos sobre la culpabilidad del acusado.
Las pruebas son conjeturas en consecuencia la sentencia es una herejía lógica y jurídica.
Leopoldo preso o libre, me siento orgulloso de tenderte mi mano.