Amigos, poetas y escritores despidieron este sábado al maestro de maestros, el profesor Alfonso Jiménez Torrellas, insigne pedagogo quien falleció el pasado viernes 25 de septiembre en horas de la tarde en Barquisimeto.
Pedro Lozada Sira, secretario de Cultura de la Asociación de Escritores del estado Lara (Asela), mencionó que Jiménez siempre promovió la unidad entre todos los miembros de Asela.
“Fue un hombre dado a la amistad. Manejó con armonía, tolerancia y benevolencia las diferencias entre los integrantes de la institución. Su mayor legado es haber presidido Asela durante 14 años ininterrumpidos”.
Recordó que recientemente se realizó un certamen de poesía en su honor, en el cual participaron 147 poetas.
“El gran legado es la vigencia de sus obras, su fraternidad y la proyección que le dio a las letras venezolanas”, apuntó. El cronista, columnista y escritor Otto Acosta, visiblemente conmovido, agregó que don Alfonso fue ejemplo de pedagogía.
“Hizo aportes extraordinarios a la cultura. Pocas veces podemos ver a una persona enseñando durante sus 100 años de vida. Dio buen ejemplo, fue un guía para todos nosotros, para aprender”.
En Asela, prosiguió, nos enseñó a convivir, a respetar las ideas del otro, fue tolerante. Estamos bastante dolidos por su desaparición física. Perdemos un amigo. Tuve oportunidad de compartir bastante con él en 2014 cuando me sugirió que escribiéramos el libro Cien años de luces en el profesor Alfonso Jiménez Torrellas.
Ejemplo a seguir
El maestro fue una excelente persona, un gran amigo, padre, compañero, líder en Asela, jocoso, de gran memoria, destacó la poetisa Mildred Cabral.
“Muy atento a todo, sus regaños eran divinos porque nos llamaba la atención a todos y le obedecíamos. Nos llamaba siempre a la reflexión, nos pedía comunicarnos. Era muy alegre. Su legado son sus enseñanzas y experiencias, sus libros, las tertulias. Invito a los jóvenes para que lo lean, es un ejemplo a seguir”.
Macrina Ramírez Guerra, secretaria de organización de Asela, recuerda al letrado como el maestro de maestros.
“Él me dio clases en el año 69. Compartimos los últimos 12 años aproximadamente. Resalto su calidad humana, profesionalismo intachable, portador de la paz. Debemos continuar su legado para que trascienda. Lo recordaremos con mucho amor, como un hombre de múltiples dones. Estamos comprometidos y obligados a continuar la obra que él inició”.
El profesor Jiménez fue ejemplo de dignidad, expuso Marco Antonio Peña, integrante de Asela.
“Educador, ejemplo de honestidad, luchador social, gremialista, hombre de izquierda, testigo excepcional de un siglo de historia venezolano. Vio gobernar y morir a todos los presidentes de la República. Un personaje fuera de serie, hasta sus últimos días lúcido, cariñoso, simpático, dicharachero”.
Francisco Silva Arteaga comentó que las letras venezolanas están de duelo ante la partida del maestro.
“Fue un hombre honrado, humilde y agradecido. Alfonso Jiménez encendió la luz en muchos de nosotros. Un verdadero hidalgo venezolano, un gigante de las letras y del aula de clases del magisterio nacional”.