Mi mejor amigo

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Mi mejor amigo no es Santos ni Maduro, son mi familia, Dios, Jesús, mi gato, el perro y el gato de mi vecino, los demás son amistades del tiempo, de la convivencia y de la tertulia cotidiana.

Escribo este tema a propósito de la hipocresía en los ambientes políticos de los gobiernos fronterizos o mejor dicho entre los mandatarios de Venezuela, Ecuador y Colombia; desde Chávez, Uribe, Correa y ahora con Maduro, donde privan intereses de poder, políticos, ideológicos, económicos entre otros y se olvidan del respeto mutuo y más aún del pueblo que son los que pagan la injusticia de los que tienen el poder.

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Las dificultades de algunas fronteras son contrabando, paramilitares, mafias de todo tipo, violación de derechos humanos, prostitución, delincuencia, desplazamientos migratorios; y las causas de estas calamidades son las condiciones sociales, políticas, ideológicas y económicas de los países y los responsables son las autoridades de los gobiernos de turno, uno más que otro y desde hace mucho tiempo, si nos referimos a Colombia y Venezuela

Espero no oír de nuevo entre los presidentes que “son los mejores amigos” porque no lo voy a creer y estoy seguro que muchos ciudadanos tampoco se tragarán ese cuento, porque la hipocresía y el cinismo deben tener un límite. Aquí la diplomacia no tiene cabida porque también es hipocresía, porque las sonrisas y los abrazos no ayudan al pueblo abandonado, oprimido y olvidado.

Estamos por ver los resultados de los 7 acuerdos del problema fronterizo en el último encuentro de los presidentes Santos y Maduro o los acuerdos de las famosas comisiones que se forman en esa minicumbre binacional; con tal que no sean los 7 pecados capitales fronterizos (matraqueo, comisiones, trueque, humillación, insultos, incomodidad o engaños).

No se pudo formar la gran Colombia o la gran Venezuela como lo querían nuestros libertadores y no tener fronteras; ahora solo queremos libertad, paz, unión, respeto prosperidad, seguridad, entre muchas cosas más ¡Señores presidentes!

Espero que la sinceridad, la buena fe y el amor al prójimo de los presidentes y sus subalternos no se vean empañadas por sus intereses personales, nacionalistas, populistas y prepotencias individuales, para mejorar la situación fronteriza.

 

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