Nada que ver con lo que fue la propuesta que públicamente anunciara y llevara a la práctica el partido Voluntad Popular, con todas las consecuencias y el saldo que dejó al país y, la polémica acerca de la responsabilidad política de los actores involucrados: gobierno y oposición, en el marco de una polarización que trasciende los límites nacionales y pone al descubierto las relaciones de poder y los intereses en juego.
Se trata de una lectura de la situación universitaria, en el marco de la crisis general que vivimos y la percepción de que nadie está planteando alternativas de respuesta. Un sálvese quien pueda que se generaliza y desmoraliza a la comunidad y termina bloqueando la posibilidad de propiciar opciones de ajuste para evitar el descalabro total. Proviniendo de la “Casa que vence las Sombras” es preocupante.
El discurso es persistente en la calificación, sin análisis de contexto. “Esta es la peor crisis que ha vivido la universidad venezolana”. No es cierto. Quien se tome la molestia de pensar y, si le alcanza la reflexión para acercarse hasta la historiografía, comprobará que dicha institución ha enfrentado situaciones más difíciles y, ha encontrado soluciones. Pensemos por un momento en la “Generación del 28”. O en la “Generación del 58”.
Obviamente la crisis actual está llena de especificidades, con una dinámica propia de un sistema de educación superior que ni remotamente es comparable con los anteriores. Con una diversidad de instituciones donde no solamente están las universidades autónomas sino también las experimentales, además de las denominadas eufemísticamente entidades privadas para la gestión pública universitaria, como para recordarles que deben actuar de acuerdo con la política del Estado. Que por cierto, padecen la crisis pero no lo hacen público. La enfrentan con sus propios procesos de reingeniería interna, para garantizar la sostenibilidad financiera, desde el punto de vista de la gerencia. ¿Será por eso que no quiebran?
El caso de las universidades autónomas es patético, de cara a la dependencia del presupuesto por parte del Estado. El tema del financiamiento, dicho sea de paso, no es nada reciente ni exclusivo del ámbito venezolano. Está bastante documentado en investigaciones y propuestas para América Latina.
La función rental y la creación de fundaciones, parques tecnológicos y empresas generadoras de ingresos propios es un capítulo oscuro en la experiencia de casas de estudio como la UCV y la ULA. Hacen recordar a Asociucla. Fueron experiencias orientadas a minimizar la dependencia extrema. Una manera de diversificar los ingresos que se ahogó al conjuro de altos precios petroleros que, de manera recurrente y perversa, hacen olvidar la crisis.
Después de oír a los amigos: Reinaldo Rojas disertar acerca de la Carta de Jamaica; José Miguel Camino y Francesco Leone, en ocasión de los 53 años de la UCLA; y a la dirigencia gremial proyectar la suspensión de clases hasta el 6 de diciembre, tres cosas creo tener claras: es posible superar las adversidades; es necesario reinventar el gobierno y el modelo universitario; requerimos un salario digno, estamos de acuerdo, pero la dignidad universitaria no tiene nada que ver con cobrar sin trabajar ni abandonar las responsabilidades del cargo.