Rafael Esquivel, el hombre que manejó con mano de hierro los destinos de la Federación Venezolana de Fútbol (FVF) durante 27 años, corre el riesgo de pasar los últimos días de su vida en una cárcel de Estados Unidos, tras la aprobación de la justicia de Suiza al pedido de extradición emitido por el país norteamericano, como parte de una investigación por actos de corrupción dentro de la Confederación Suramericana de Fútbol (Conmebol).
Al amanecer de ayer en suelo venezolano, ya corría como pólvora la noticia sobre el sí del ministerio de justicia del país helvético al pedido de Estados Unidos, nación que inició una investigación a una red de sobornos y que desembocó en mayo pasado en la detención de siete altos dirigentes de la FIFA en un hotel de Zurich, previo a la elección del presidente de la FIFA.
La oficina federal de Suiza señaló que los delitos por los cuales es investigado el dirigente venezolano, de origen español, son también “punibles” en su sistema de justicia, por lo que procede la extradición.
“A Esquivel se le acusa de haber aceptado sobornos por un importe de millones en la venta de los derechos de comercialización de la Copa América de los años 2007, 2015, 2016, 2019 y 2023”, señaló la justicia del mencionado país europeo en el comunicado en el que se confirma la decisión sobre Esquivel, quien tiene 30 días para introducir una apelación y tratar de revertir la situación.
“Al aceptar sobornos en la atribución de contratos de comercialización deportiva, habría influido considerablemente en la competencia y falseado el mercado de los derechos relacionados con los medios relativos a la Copa América”, agregó el ente de justicia, para el que “este comportamiento sería punible en tanto que comercio desleal a tenor de lo dispuesto en la Ley federal contra la competencia desleal”.
Esquivel está detenido desde el 27 de mayor en Zurich, en una celda de 12 metros cuadrados, en la que apenas dispone de una mesa y una silla, sin los lujos a los que estaba acostumbrado. En ese espacio, el 16 de agosto, llegó a 69 años, pero su próximo onomástico puede que lo reciba en otra cárcel de Estados Unidos e incluso puede que sus restantes cumpleaños los “festeje” dentro de cuadro paredes.
Según detalló un cable de la agencia de noticias AP, el expresidente de la FVF enfrentaría una pena de 20 años de cárcel, lo que significaría una condena a morir entre barrotes, un cierre de vida muy triste.