Venezuela está de luto. Una sentencia comprada la ha llevado al cadalso. De todo el mundo llegan los pésames a la patria vejada. La sentencia a Leopoldo López, ha servido, una vez más, para correr la cortina: Venezuela ya no es solo una dictadura, es una tiranía. Es la crueldad lo que caracteriza ese tipo de régimen. Maduro ha obtenido un nuevo nombre: tirano.
Leopoldo, en cambio, ha obtenido el título de héroe civil. Maduro en Miraflores es un mandatario derrotado, Leopoldo preso es un líder de futuro. Tiene un inmenso valor en política la intuición del momento. Los mandados por Diosdado y la Faría a gritar contra Leopoldo, olvidaron que lo mismo hicieron aquellos judíos enviados por el Sanedrín a gritar “Perdona a Barrabas y mata a Cristo”.
Recordaba Andrés Eloy Blanco al citar a Martí, a propósito del asesinato de la dictadura perezjimenista a Leonardo Ruíz Pineda que “el martirio hay que merecerlo”. La cárcel que han sufrido Leopoldo, Ledezma y los estudiantes presos se les ha convertido en un pedestal. Y como el pueblo es la fuente y el fin de la justicia los que la tiranía encarcela injustamente, el pueblo los libera. Y es lo que ocurrirá después del 6 de diciembre.
Leopoldo y Ledezma son la fe. Maduro es la felonía a Venezuela. El unánime disgusto por la sentencia dictada por la juez Susana Barreiros va unido igualmente a la exhibición vacua que la Canciller Delcy Rodríguez hace en representación del país que con un descaro sin límites afirma que en Venezuela hay separación de los poderes y se respeta el debido proceso. El colmo del cinismo.
Pero en la insolencia, secundó a la Canciller el propio Maduro, ha retado al mundo a que se le acepte su concepto de justicia y de democracia. En tono prepotente ha incluso defendido la posibilidad de convertir al país en una isla en materia de derechos humanos, que no son los universalmente aceptados por las naciones civilizadas, sino los que le imponen a Venezuela el Nicolato. Su declaración que no la del Tribunal Supremo de Justicia, es la prueba más fehaciente de la concentración de los poderes en su persona. A él no le salía salir a defender la sentencia de la Barreiros.
De la misma manera que a Judas después de vender a Cristo le entregaron unas monedas, a la juez Barreiros le ofrecieron el Consulado en Chile. Ya el gobierno chileno junto al del Perú pidió respeto para las garantías judiciales. El senado chileno está preparado para solicitar la declaración de persona non grata para esta juez a quien también espera un verso de Andrés Bello que dice:
“Cómo pueden bandoleros
Al ver la presa segura
Contar monedas y joyas
Que reciente sangre enturbia”.
Esta pérfida mujer dejó pasar en su vida el ejemplo bíblico de “la casta Susana” que enfrentó la mentira, el chantaje y el deshonor y en trágicas circunstancias prefirió apostar a la verdad. El tren de la historia pasa una vez, el que no lo tomó, lo dejó el tren. A ella la espera Dios.