Rafael Esquivel, cuya extradición a Estados Unidos autorizó Suiza acusado de corrupción, fue durante 28 años el todopoderoso del fútbol venezolano, al que no logró borrarle la impronta de Cenicienta, pero que le sirvió de catapulta para ser parte de la crema y nata de la FIFA.
Empresario próspero y experto en aplastar en las urnas a quienes osaron desafiar su reinado, Esquivel deberá enfrentar ahora a una corte de Nueva York en el marco del escándalo de corrupción que afecta al órgano rector del balompié mundial.
Rafael Esquivel Melo, de 69 años y nacido en Tenerife, España, llegó a Venezuela con apenas cuatro años.
Se involucró en el fútbol venezolano como dirigente a principios de la década de 1970, cuando encabezó una asociación regional en el estado Nueva Esparta (este), donde se radicó.
En menos de una década, mientras creaba un importante grupo empresarial familiar en la isla de Margarita que incluía el lucrativo negocio de distribución de combustibles, ascendió en el balompié local hasta reemplazar en 1987 a René Henmer Colmenares, entonces presidente de la Federación Venezolana de Fútbol (FVF), quien dejó el puesto por motivos de salud.
Desde entonces Esquivel encadenó diez victorias en las elecciones federativas y, aunque sus métodos fueron cuestionados por otros candidatos, siempre los barrió con astucia y poder político.
Sin embargo, durante su era los resultados futbolísticos de Venezuela siguieron siendo tímidos respecto a los de los vecinos sudamericanos, especialmente en la categoría de mayores.
El apodo de La Cenicienta dado a la selección vinotinto tras ser goleada reiteradamente en las eliminatorias mundialistas y campeonatos continentales, apenas ha sido morigerado en la última década cuando el trabajo de entrenadores como el argentino José Omar Pastoriza, y los criollos Richard Páez y César Farías ha conducido a Venezuela a métodos más profesionales y modernos, que la acercan a la competitividad de la élite del fútbol.
Venezuela sigue siendo la única selección de las 10 que integran la Confederación Suramericana de Fútbol (Conmebol) que nunca ha acudido a un Mundial de mayores. En el currículo vinotino solo resalta el sexto lugar en las eliminatorias mundialistas para Brasil 2014, a cinco puntos del repechaje que recayó en Uruguay.
En cuanto a los torneos continentales, un cuarto puesto en Argentina 2011 y un sexto lugar en el certamen que se celebró en Venezuela en 2007 son los mejores resultados.
También brillaron en categorías juveniles los equipos sub 20 y sub 17, con sus clasificaciones a los mundiales 2009 y 2013 de Egipto y Emiratos Árabes Unidos, respectivamente.
En tanto, el rentado venezolano afronta una inestabilidad económica e institucional que se refleja en un campeonato prácticamente sin apoyo del público -salvo en contadas ocasiones- y en clubes que aparecen y desaparecen velozmente, ahogados en deudas.
Caída en picada
Sin embargo, el escaso éxito deportivo no le impidió a Esquivel figurar entre la alta dirigencia del fútbol regional y mundial. Cercano al fallecido dirigente argentino Julio Grondona, llegó a ser vicepresidente de la Conmebol este año y previamente número dos de la comisión de disciplina de la FIFA.
Pero su castillo se empezó a derrumbar el pasado 27 de mayo cuando fue detenido sorpresivamente en un hotel de Zúrich junto con otros seis dirigentes de la FIFA.
Ya en prisión, fue inhabilitado como presidente de la FVF, que quedó a cargo de Laureano González hasta 2017, cuando se celebrarán elecciones sin Esquivel por primera vez en tres décadas.
Tras la decisión de la justicia suiza, que podrá ser apelada en los próximos 30 días, el venezolano deberá responder por cargos que lo señalan de haber «aceptado sobornos por valor de varios millones en el marco de la atribución de los derechos de márketing para la Copa América 2007, 2015, 2016, 2019 y 2023».
