Tres virtudes acompañan a Indira Donaire Pérez: es técnico superior en Turismo, ama la cocina al punto de combinar los sabores de la gastronomía autóctona con la internacional y sabe que más allá de la tierra firme hay sensaciones bajo el agua de la piscina o del mar.
A su trayectoria en el mundo de los deportes subacuáticos se le sumó reciente distinción: la de participar como delegada femenina de Venezuela (con el orgullo de Lara en el corazón), en el Mundial de Apnea celebrado en Francia, del 21 al 31 de julio. Medirse con las grandes de la disciplina fue una experiencia que todavía celebra.
Nació en Barquisimeto. Tiene 34 años, pero esta historia inició a los ocho años de edad, cuando empieza la disciplina de nado sincronizado, en las piscinas bolivarianas de la capital larense. El esfuerzo valió la pena: integró la selección regional y también la nacional de este deporte.
Su motivación tiene nombre de mujer: Tibisay Donaire, su hermana mayor. Su ejemplo y dedicación la animó a meterse en aguas profundas porque el nado sincronizado impone para una correcta formación, combinar gimnasia, atletismo y pesas.
En esta historia también cuenta en mayúscula otro nombre. El de José Donaire, docente universitario y dirigente deportivo, quien falleció hace tres meses. Padre amoroso, se preparó e ingresó a la Asociación de Deportes Acuáticos para seguir de cerca la carrera de sus dos hijas.
Una larga pausa
Las jornadas eran intensas: colegio, gimnasia, gimnasio y nado sincronizado, a lo cual se sumaban los viajes para las competencias deportivas y una pasantía en Cuba para entrenar, sin abandonar la posterior formación universitaria.
Con el tiempo, el matrimonio, sus hijas y la urgencia de la vida doméstica y laboral le imponen un largo retiro, pero siempre repetía en su corazón: “Quiero volver a nadar”.
Hace tres años toma la decisión y consigue a personas que la animaron a probar una experiencia distinta al nado sincronizado.
Inició con rugby subacuático, en el Club Leviatanes de Lara. El asunto admite su complejidad porque no soltar el balón bajo el agua y aguantar la respiración es una larga paciencia.
Luego decide practicar la apnea porque se reconoce con fortalezas para ese deporte. En 2013, funda con otros deportistas el Club Tardígrados de Lara que funciona en el Complejo de Piscinas Bolivarianas de Barquisimeto y tiene como misión masificar las actividades subacuáticas, por lo cual están abiertos a niños y adolescentes.
Una precisión para los curiosos: el tardígrado es un oso marino, microscópico, con larga vida documentada y capaz de resistir las adversidades ambientales.
En la piscina o en el mar
Apnea (en palabras de diccionario, “práctica deportiva que mide la capacidad de estar bajo el agua sin respirar o la profundidad a la cual se puede bajar en el agua a pulmón libre”) remite al venezolano Carlos Coste, quien, en su sitio web, recuerda hecho histórico: octubre de 2002, cuando, en la bahía de Puerto Cruz (estado Vargas) “saca del anonimato a este deporte en Venezuela” logrando dos récords mundiales en la modalidad inmersión libre y peso constante.
La apnea se puede practicar en el mar o en piscina. Para no alargar detalles, decir que en el caso de la piscina, hay tres modalidades básicas: estática, dinámica con equipo y dinámica sin equipo.
La estática consiste en aguantar la respiración sin mover ni un dedo, mientras el jurado lleva el tiempo. En la reciente cita de Francia el récord mundial (en la categoría femenina) lo obtuvo una deportista de república checa. Ocho minutos y 30 segundos duró Gabka Grezolova sin respirar.
Un belga (en la masculina) logró estar bajo el agua 10 minutos y 30 segundos. Se llama Branko Petrovic. La apnea dinámica con equipo consiste en nadar en piscina olímpica con una monoaleta.
“Puedes llevar lentes, careta y naricera pero todo es a pulmón. Premian que cumplas el protocolo, antes de la salida y después de tu distancia, además del recorrido”.
En el caso de la apnea dinámica sin equipo, se prescinde de la monoaleta. Es un estilo similar a pecho. “Practico los tres, pero mi fuerte es la dinámica, porque me permite mayor libertad y concentración”.
-Bajo el agua, ¿en qué piensa Indira Donaire?
– Trato de pensar en mi papá. Lo veo y él está feliz; se sonríe conmigo y yo también.
Francia fue una etapa determinante en su carrera. Contó con el apoyo del Ministerio de Deportes pero sabe que es necesario continuar el esfuerzo.
Su entrenadora, Daesy Briceño, es una pieza vital, quien se ha dedicado a la preselección de apnea del estado Lara.
No niega que mantener la disciplina es complejo. Nada cuatro veces a la semana, se dedica a sus hijas, de siete y nueve años, quienes la aplauden al verla en el agua pero se inclinan por el ballet; hace ejercicios en su hogar, alegra la mesa con su creatividad y a todos anima a visitar la profundidad de la piscina o del mar, porque más allá de la superficie la vida también tiene algo para contar.
De la piscina a los fogones
Sus talentos culinarios le han permitido convertir la comida en una forma de vida. De hecho, a escala empresarial, trabaja para eventos corporativos.
Pero en su cocina íntima, para agradar a su entorno doméstico y su propio paladar, inventa con lo dulce, lo salado y lo picante. Larense como el crepúsculo pero exótica en su carta de sabores: siente pasión por la comida caribeña y marroquí.
Ante la evidente ausencia de ingredientes, recomienda trabajar con lo más cercano. Volver a las raíces y aprovechar las verduras propias de nuestra tierra. Probar con la harina de yuca, las arepas de batata o auyama.
Además, como deportista, incorpora alimentos bajos en grasa a su dieta. Un desayuno clásico comienza con unas panquecas de avena y linaza.
Para el almuerzo, los vegetales no pueden faltar al lado del arroz integral, el pollo o el lomo de cerdo.
