El artista plástico larense Alirio Infante, fue invitado a participar en una exposición dentro del marco del Festival de Jazz en el Mar Caribe que se desarrollará en Aruba, entre el 25 y 26 de septiembre.
Infante participará al evento con ocho obras en las cuales a través de la figuración propone un lenguaje musical con elementos que enriquecen como el color, el dibujo, el trazo sutil…
La búsqueda
La inquietud por acercarse al trazo infantil surgió en Alirio Infante desde el 2008, pero fue este año cuando sus ejercicios con la zurda (es diestro) y practicando caligrafía al revés, de derecha a izquierda, han comenzado a dar resultados.
Sin embargo, en su época de estudiante en la Escuela de Arte Cristóbal Rojas de Caracas coqueteaba con esta idea, especialmente tras asistir como jurado a un concurso de dibujo y pintura infantil organizado por el Inavi en 1974. Un año después, sin haberse graduado, ganó un concurso en el Salón de Arte de la Escuela Naval de Venezuela con una obra basada en los colores de los niños y ante 300 artistas. «No lo podía creer, esa obra en realidad era un ejercicio plástico, no estaba terminada. No se parece en nada a lo que estoy haciendo hoy, pero ya me había picado la curiosidad», agrega el pintor, famoso por sus coloridos caballos.
Aquellos equinos, algunos que todavía conserva en su casa-taller, parecen observar con complacencia las nuevas obras del niño, ya no el maestro Alirio, que provisto de colores fosforescentes, lápices y pinturas metalizadas se ha planteado el reto de desaprender lo que sabe en busca de la genialidad expresiva del Infante.
-Parece que su apellido define lo que hace hoy.
-«Sí y mucho. Hace cuatro años un amigo artista me dijo: ‘Estás pintando como infante’, y desde entonces me embarqué en la búsqueda de pintar como Infante, no solo como un niño sino como yo, porque nadie se puede parecer más a ti más que tú mismo».
-Picasso deseaba pintar como niño, ¿siente que usted lo ha logrado?
-«Estoy tratando. Voy por el camino correcto pero aún no lo logro. Pintar como niño no es hacer trazos sin aparente sentido, sino sentir como niño, vivir y entender al niño. Cuando un niño dibuja parece que no piensa, sólo expresa lo que siente, y lo más asombroso es que no le toma más de ocho minutos hacerlo».
Esa libertad de un niño en parte se debe a que su mente no está contaminada, ¿cómo un hombre con su experiencia de vida puede acercarse a esa libertad infantil?
-«Tengo más de 15 años practicando meditación, en la mañana principalmente y algunas veces en la noche. Meditar es estar en medio y yo trato de dibujar desde ese estado de equilibrio. Sería imposible pintar pensando en vender obras, esa es la peor contaminación de un artista. Además hay que desprenderse de los conceptos como la técnica, la composición, el manejo del color, todo eso hay que meterlo en un saco y dejarlo a un lado».
-¿Qué es lo que más admira de un niño al dibujar?
-”Que no titubean. Tienen una fluidez envidiable. Los niños hacen trazos sin temor, son solo expresión. De verdad que lo que más admiro es su genialidad al crear, son auténticos, sin posturas ni dobles intenciones».
-¿Será porque para ellos dibujar es un juego?
-«Por supuesto, crear es un juego. Estoy convencido de que un artista no puede crear si no juega, si no se divierte. De hecho, creo que Dios nos creó jugando, y no lo digo como menospreciando la labor de Dios, sino al contrario, porque creo que él no tuvo inconvenientes al crearnos. Por eso no me parece casualidad que en la Biblia se relacione a los niños con el cielo o que Jesús dijera: ‘Dejad que los niños vengan a mí’. Todo eso hace referencia a un cúmulo de valores que perdimos cuando dejamos de ser niños».
Es difícil pensar que parte de la serie Gritos de niño se hizo jugando cuando se aprecian imágenes de violencia muy fuertes, como la agresión a Marvinia Jiménez, el encarcelamiento de Leopoldo López o la represión a los estudiantes.
-«La premisa ha sido trabajar lo más cercano a como lo haría un niño pero para que el adulto entienda. Es imposible que no haya una propuesta discursiva en la obra y, mucho menos, que yo siendo adulto trate de usurpar la lectura que un niño hace del mundo, de la vida, de la actualidad».
-¿Por qué cree que al infante dentro de usted lo marcó tanto esas imágenes?
-«Porque fueron atroces. La agresión de la funcionaria de la GNB a otra mujer con su casco me parece un vejamen. Me inquietaba pensar en lo que podría estar pasando en la mente de un niño al ver esas imágenes, incluso los hijos de ambas mujeres».
-¿Es Gritos de niño arte de denuncia?
-«Sí, trato de reflejar lo que veo, pero también cuestiono esa realidad. Hace años tenía esta inquietud de dibujar así, pero de no haber sido por el momento que atraviesa el país no habría surgido en mí la necesidad de crear como lo he hecho. Es una inquietud permanente sobre todo porque, viendo estos dibujos, me pregunto cuál será el futuro de nuestros niños si seguimos por donde vamos».
