Pocos saben que detrás del nombre Agatha Mary Clarissa Miller se esconde una de las escritoras de novela negra más conocidas del mundo. Quizá estos apellidos no suenen reconocibles, pero a nadie se le escapa que Agatha Christie ha pasado a los anales de la historia como una autora prolífica –entre sus textos se encuentran 66 novelas policíacas, seis románticas, dos autobiografías, un par de compendios de poesía, varias obras de teatro e historias cortas y un libro para niños– además de incitadora a la lectura.
Quien haya tenido el placer de adentrarse entre sus líneas se habrá dado cuenta de que es muy difícil parar de leer cuando la tinta de Christie se adentra en las pupilas. ‘La Ratonera’, ‘Diez negritos’, ‘Muerte en el Nilo’ o ‘Cita con la muerte’ se encuentran entre sus títulos más destacados, así como ‘El asesinato de Roger Ackroyd’, votado como el mejor texto de novela negra de todos los tiempos por la Asociación de Escritores de Cine.
Nacida en 1890 hace 125 años, Agatha Christie contaba entre sus méritos con el galardón de Dama Comendadora de la Orden del Imperio Británico. Pero no solo este honor podía contarse en su palmarés. Menos populares pero igual de valorados por la autora, detrás de su firma se sumaban millones de seguidores a lo largo y ancho del planeta. Seguro que muchos de ellos participarán en el Festival Internacional en honor de la escritora que se celebra en su pueblo natal, Torquay, hasta el 20 de septiembre.
A Christie le persiguió la mala suerte editorial en sus primeros años como autora, pues fueron varias las empresas que se negaron a publicar sus libros. Finalmente, el escritor Eden Philpotts –amigo de la familia–, la alentó a continuar con su afición por las letras y envió una de sus creación a su propio agente literario, que sugirió que preparara una segunda novela pues la que había recibido no le convencía.
Más tarde, su éxito la convirtió en uno de los clásicos de la novela policíaca. Sus personajes podían morir por todo tipo de causas: disparos, puñaladas, ahorcamientos… o veneno. Los tóxicos siempre fueron su método de matar favorito, unas sustancias que conocía a la perfección. Los expertos, como Kathryn Harkup –química y autora del libro ‘A, de arsénico: los venenos de Agatha Christie’– aseguran que la escritora tenía un dominio pleno de ellos. Al parecer, su experiencia con tóxicos la adquirió durante la Primera Guerra Mundial, periodo en el cual trabajó como enfermera en un hospital de su ciudad.