La llamada revolución “bolivariana”, que han pretendido imponerla en el marco de los bostezos nostálgicos del comunismo, está pasando por su peor momento después de diecisiete años de haber entrado en escena disfrazada de democracia. Es tal el desplome del traumático proceso, que la desesperación se ha apoderado de la cúpula política gubernamental y apunta hacia una conducta esquizofrénica. Los compromisos populistas de la cabeza visible de la “revolución”, agobian su espíritu totalitario al percatarse de su escasa capacidad, para resolver la profunda crisis que coloca a Venezuela en la órbita de los países más pobres del planeta.
El súbito descenso de los precios del petróleo en el mercado global, es para el régimen una verdadera tragedia; porque con nuestro “oro negro”, patrimonio que le ha arrebatado al pueblo, es con lo que financia el más oneroso clientelismo electoral del mundo. Y, ante la carencia de esos recursos, el cogollo “revolucionario” necesita “brincar y saltar” para “pagarle” a sus “clientes”. Es obvio que cualquier salto falso podría producirles una peligrosa caída, en las muy próximas elecciones parlamentarias.
Hoy, después de diecisiete años, está absolutamente claro que el único “comandante” que ha tenido la “revolución” es el Comandante petróleo. La enfermedad de este “líder” es progresiva y cada día se agrava más. Uno de los capitanes de la nave que está a punto de naufragar, ha salido despavoridamente en busca de un medicamente específico para la terapia que requiere el enfermo.
Lamentablemente, la tragedia que mantiene desequilibrados a los principales “caudillos” del régimen, arrastra también a todo el pueblo; a ricos y pobres, a la clase media. Vamos camino a ser los parias de América. Y, por supuesto, quisiéramos que el Comandante petróleo saliera del coma en que se encuentra hoy.
Educador – Escritor
@UrdanetaAguirre