El artista plástico Alirio Palacio falleció ayer a las 77 años de edad. Nació en Tucupita, estado Delta Amacuro, el 7 de diciembre de 1938. Pasó su infancia en el campo petrolero de San Tomé, donde cursó la primaria.
Curso estudios en la Escuela de Artes Plásticas y Artes Aplicadas, donde coincidió con Alejandro Otero, Mateo Manaure, Rafael Ramón González, Gert Leufert y Gego.
A su egreso del plantel, en el año 1959, es un pintor paisajista. En el Salón Oficial de 1961 recibe el Premio Roma, con el que da inició a una serie de viajes de estudio por ciudades y centros de enseñanza artística del mundo: cursó pintura en la Academia de Bellas Artes de Roma, 1961; grabado en la Universidad de Bellas Artes de Pekín, 1962-1965; aguafuerte y diseño en la Universidad de Arte de Varsovia, 1968; grabado en la Academia de Arte de Berlín Occidental, 1969; artes gráficas en el Centro de Grabado Contemporáneo de Ginebra, 1973-1974; mezzotinta en la Universidad de Cracovia, 1974-1975, y otros.
Trabajó en el campo de la docencia del diseño, además de ser cofundador del TAGA y del Cegra También dirigió el Venezuelan Art Center en EE UU.
Recibió reconocimientos como el Premio Nacional de Artes Plásticas 1977; primer premio, II Salón de Dibujo Actual de Venezuela, Fundarte, Caracas, 1980; premio adquisición, I Bienal Nacional de Artes Visuales, Museo de Bellas Artes, Caracas, 1981; y el Premio Andrés Pérez Mujica, Salón Arturo Michelena, Valencia, 1981.
Extractos de su última entrevista publicada en El Nacional
“Buscar para encontrar”. Alirio Palacios repite la frase que le ha acompañado desde sus inicios. Viajó en la búsqueda de su identidad, que luego encontró en los caballos, los paisajes y las mujeres. China, Polonia, Suiza, Holanda, Alemania, París, Estados Unidos. El maestro del papel maduró en sus travesías, sin olvidar los colores del lugar donde nació. “No pude dejar mi país, me gusta mucho”, confiesa a pocos días de inaugurar su próxima exposición.
“Cuando viví en China usaba la frase de Leonardo Da Vinci `buscar para encontrar’, que es una cosa muy poderosa. Pones una piedra en tu casa, una cualquiera, y comienzas a observarla. Con el tiempo vas a encontrar de todo: personajes, guerreros, caballos. Así ocurre con una mancha de agua de tinta. En eso está basado el arte figurativo, el buscar para encontrar del artista. Todos mancharon y luego encontraron”, explica el maestro, quien presentó sus primeras Manchas del asombro en 1984, en el Estudio Actual.
El artista cuenta que la seriedad de su obra tomó gran fuerza en Nueva York, donde vivió durante 20 años. Estudió a los maestros contemporáneos de Estados Unidos, en los cuales encontró “dignidad, valor, belleza”. “Me gustaba cómo trabajaban, sin olvidar mi propia fuerza”.
Sin embargo, dice que su regresó a Venezuela fue por una circuns tancia política.“Chávez me conquistó al comienzo, me medio engañó. Me dijo que hiciera tres cuadros para el Papa, pero le hice solo uno. Hasta ahora estoy esperando que me paguen. José Vicente (Rangel) me dijo: ‘Alirio, se lo paga la patria”, cuenta, mientras se ríe de la anécdota.
Museos y galerías. Los viajes fueron trascendentales en las obras del maestro. Como los perfiles femeninos.
“Las cabezas de las mujeres surgieron por una dama que conocí en Ámsterdam, Holanda. La encontré en un museo. Ahí estaba bella, tranquila, serena, bellísima. Me enamoré. Quería copiarla. Era la mujer que dibujó Johannes Vermeer. La pinté mucho, demasiado. Se convirtió en mi motivo. Tanto, que decidí dejarla”.
“Papel, papel, papel. El dibujo para mí lo es todo. Ya comencé de nuevo a trabajar. Será una exposición que montaré en Miami el año que viene. Mi palabra final será el dibujo. Espero dibujar hasta la muerte”.
Aunque los primeros pasos de Alirio Palacios comenzaron en el Museo de Bellas Artes hace más de 50 años, paradójicamente el artista no quiere volver a exponer en un museo venezolano.