«La felicidad es un espasmo del alma», Carlos Cassola en Un corazón secó.
La felicidad es uno de los grandes sueños de la humanidad. En las sugerencias de quien ha reflexionado e investigado sobre la felicidad se encuentran señales que se pueden condividir, pero no nos convertimos en buenos chef conociendo las recetas de memoria.
Háganse el bien. Aconseja Paul Gilbert, profesor de psicología clínica en la Universidad de Derby, en Inglaterra.»De la manera en que nos pongamos de frente a nosotros mismos -adoptando un actitud benévola o severa- dependerá en gran medida nuestro bienestar, por tanto el sentido de realización y la capacidad de hacerle frente a las dificultades. Si se reprochan por algo, deténganse un momento, respiren profundamente, disminuyan su ritmo y traten de pensar en sus mejores cualidades, como la generosidad, el afecto y la dulzura. No importa que sean de verdad dulces, afectuosos y generosos, lo esencial es que pueden también identificarse con estas emociones».
Exploten el mal humor. Explotar el pesimismo, propone Julie Norem, profesora de psicología en el Wellesley College en Massachusetts: «Los pesimistas están a la defensiva y esperan siempre lo peor, perdiendo preciosas energías mentales imaginando cómo podrán salir mal las cosas. Pero haciendo esto, tienen mayores probabilidades de lograr sus objetivos. Es una táctica útil que recomiendo a todos. Imagínense que podrá salir mal en una situación, estudiando cuidadosamente todos los detalles.
Encuentren una vocación. Señala Jonathan Haidt, profesor de psicología en la Universidad de Virginia: «Persigan sus objetivos pero recuerden: aquello que cuenta es el camino, no el resultado. Si el trabajo que desarrollan no tiene nada que ver con su vocación,entonces porque no tratan de configurarlo de manera tal que parezca algo más que un simple sueldo a final de mes. Si no lo logran, busquen algo que hacer fuera del ambiente de trabajo. En el campo religioso, social o político. Encuentren actividades que puedan involucrar plenamente su atención: cantar en un coro, pintar, tocar un instrumento musical, practicar deportes.
Solamente así se sentirán en sintonía con ustedes mismos. Todos tenemos la necesidad de dar y recibir amor, de comprometerse y de sentirse conectados con algo más grande que nosotros mismos.
Cultiven el optimismo. Muéstrense felices, sugiere Sonja Lyubomirsky, psicóloga en la Universidad de California. «He descubierto que la tasa de felicidad la podemos influenciar a través de nuestra manera de actuar y pensar. He identificado 12 actividades que hacen felices a la gente, cosas que las personas satisfechas hacen espontáneamente. Estas serían: cultivan el optimismo, expresan su gratitud,evitan cualquier forma de obsesión por aquello que hacen los demás, son corteses más de lo normal, encuentran tiempo para los amigos, desarrollan estrategias para afrontar las dificultades, aprenden a perdonar, se apasionan a cualquier actividad y están listos a explorar nuevos horizontes, disfrutan de las alegrías de la vida, apuestan siempre a objetivos importantes,cultivan el sentido religioso y la espiritualidad. Finalmente practican permanentemente.
Definitivamente, la búsqueda de la felicidad y su probable descubrimiento, presupone un repliegue en nosotros mismos. Se necesita coraje, determinación y capacidad para tolerar la frustración de verla, y una vez que la escuchen, escaparse de las manos o perderse. Se puede encontrar donde sea, precisamente allí donde jamás habríamos sospechado de encontrarla. Se puede acercar, tocar e incluso a veces por unos momentos saborear: una meta fascinante, potente e inspiradora y sin embargo siempre evasiva.
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