Nuestro viejo peor enemigo

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Comos si se tratara del mismo diablo, de Luzbel, de un Lucifer inclemente e insensible, del mismo Demonio, regresa a sus andanzas nuestro peor viejo enemigo, a fin de intentar de nuevo y como siempre desestabilizar el país, corroer sus instituciones, echar por tierra los inmensos e inocultables logros y realizaciones de la Revolución Bolivariana.

La Historia se repite: siempre que surge un gran hombre, un superhéroe –como lo fue y lo sigue siendo el Comandante Supremo y Eterno– aparece también su contra, un archienemigo. Hasta el propio hombre de acero tuvo que luchar con frecuencia contra Lex Luthor, su familia y sus secuaces; el paladín de Ciudad Gótica, el hombre murciélago, por su parte, debió afrontar a malvados y crueles delincuentes, en especial a El Guasón y al Pingüino. No nos extrañe que nuestros próceres del siglo XXI tengan poderosos enemigos empeñados en oscurecer sus bondades y virtudes.

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La lista de los archienemigos extranjeros del Comandante y su Valido es larga, cosmopolita y variada. Recordemos sólo algunos de ellos, los más destacados: El Rey Juan Carlos, Aznar, Rajoy, George W. Busch, Obama, Condoleeza Rice, Allan García, Insulza, Vargas Llosa, Pastrana y Vicente Fox. Todos ellos han merecido contundente, considerada y cortés respuesta de nuestro dúo dinámico presidencial: Donkey, insulso, analfabeta, sicario, lacayo del Imperio, genocida. Al único que trató con benevolencia fue a la majestad que acuño la celebérrima frase: ¿Por qué no te callas?

Pero ninguno como el diablo paisa, con su cara de yo no fui y su adornado curriculum de lauros y realizaciones. Este personaje lo registrará la historia patria en sus mejores anales: Boves, Murillo, Monteverde, Santander y hasta el mismo Páez, son poca cosa comparados con el Demonio de Medellín. Este archienemigo ancestral es ciertamente capaz de todo. Entre sus acciones más destacadas se registran: La explosión de la Refinería de Amuay, la Guerra Económica y Bacteriológica, los continuos y largos apagones, los deslaves, las fallas frecuentes del Metro, la voladura de puentes y el hundimiento de carreteras, la emigración masiva del talento venezolano, la hiperinflación, las inundaciones, la falta de agua potable, la crisis universitaria, la subida continuada del inmundo dólar americano, el hacinamiento en las cárceles, el financiamiento de los golpes de Estado duros y blandos, el caos hospitalario, las colas que manda a organizar todas las mañanas frente a los supermercados, la proliferación de los sicarios y de los asesinados, las detenciones arbitrarias, el apoyo a los estudiantes que nada quieren con una revolución que no les ofrece seguridad ni esperanza.

Sin embargo, nada de lo reseñado es comparable a la ominosa ofensa que ante mandatarios y la prensa internacional, el Demonio de Medellín le propinó a nuestro excelso y magnifico Comandante Eterno y Supremo: ¡Sea varón!

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