¿Existen algunos osos de instintos naturalmente dañinos? ¿O acaso aprenden de otros osos que exploran los cestos de desperdicios, se introducen en automóviles y hogares y a veces tienen que ser sacrificados por haberles perdido el temor a los seres humanos?
Los científicos han investigado este debate clásico entre naturaleza y crianza en los osos negros durante décadas, desde el Parque Nacional Yosemite en la Sierra hasta el centro de la Florida y los Adirondacks en el norte del estado de Nueva York.
Ahora una notoria osa de 19 años en el Lago Tahoe, con largos antecedentes destructivo, se ha erigido en la representante de un ciclo generacional que según los expertos será difícil desarraigar en sus cachorros siempre que los seres humanos sigan dejando la basura a su alcance.
La semana pasada, las autoridades de la vida silvestre se vieron obligadas a sacrificar un tercero de los cachorros de Green 108.
«Ella es una osa crónicamente molesta», comentó Carl Lackey, biólogo en el Departamento de Vida Silvestre de Nevada. «Siempre ha estado arrebatando la basura, siempre en la misma área. Hemos capturado varios de sus cachorros y a ella también muchas veces».
Lackey fue coautor de un estudio del 2008 publicado en el Journal of Mammalogy sobre la incidencia de la genética en el comportamiento conflictivo de los osos.
«Llegamos a la conclusión de que la genética solamente no podía explicar un comportamiento molesto en los osos negros», dijo Lackey sobre la investigación conducida por S.W. Breck y C.L. Williams en el Centro Nacional de Vida Silvestre del Departamento de Agricultura de Estados Unidos en Fort Collins, Colorado.
Un estudio conducido por investigadores del Servicio de Parques Nacionales sugirió por primera vez en 1989 que los problemas con los osos en Yellowstone eran cuestión de la enseñanza transmitida de madres a cachorros durante generaciones sucesivas, pero no determinó si era una conducta aprendida o heredada.
Otro estudio en 2008 de Rachel Mazur y Victoria Seher, investigadores en la División de Manejo de Recursos de Yosemite, documentó osas que «enseñaban activamente» a sus cachorros a buscar alimento en ambientes humanos. Concluyeron que era una habilidad transmitida.
«Estamos lidiando con animales realmente inteligentes», afirmó Chris Healy, vocero del Departamento de Vida Silvestre de Nevada. «Si se quiere resolver el problema hay que cambiar el modo en que se dispone de la basura».
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