Crónica urbana – Quinta Josefita

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El general Eustoquio Gómez, ceñudo presidente del estado Lara, tenía por el año 1933 en Barquisimeto un amplio solar ubicado en la calle Regeneración (actual carrera 16, frente al Parque Ayacucho), donde gente de su confianza se dedicaba a criar gallos que en domingo protagonizaban peleas entre griterías y apuestas.

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Aquel terreno, dos años después, lo destinó el mandatario regional a la construcción de una casa, tipo quinta, bajo proyecto del ingeniero Roland Coltreau, usando los materiales de mayor calidad. El cemento lo trajeron de Alemania, los mosaicos de Francia, las tejas de acreditadas alfarerías larenses, mientras arena y piedras de las playas del río Turbio. Las rejas protectoras, puro hierro con remaches, tenían el sello local del herrero Andrés Peña.

Esta quinta reflejaba trazos de arquitectura francesa, al estilo de la urbanización El Paraíso, en Caracas. ¿Qué especial motivo existía para construir una vivienda de ese tipo cerca del monumental Parque Ayacucho? Muy sencillo: la hija del general Eustoquio Gómez, de nombre Josefita, estaba por contraer matrimonio y aquella pequeña mansión sería el regalo de bodas de “papá todopoderoso”.

Sin embargo, apenas terminada la obra a fines de 1935, recién casada Josefita con el doctor Leopoldo Briceño, se presentaron los sucesos de ese año con el fallecimiento del presidente de la República, general Juan Vicente Gómez, hecho que abrió el desplome de la dictadura gomecista, viviéndose luego un escenario muy agitado, incluso la muerte violenta de Eustoquio Gómez en lance sucedido en Caracas.

También en Barquisimeto hubo agitación política, constantes manifestaciones públicas contra el régimen caído, y por tal razón el matrimonio Briceño-Gómez no habitó la bonita morada. Para el recuerdo sólo le quedó el nombre de la novia, aunque durante unos días vivió allí el nuevo presidente de Lara, general Vincencio Pérez Soto.

Luego se presentó un proceso legal de embargo de los bienes dejados por Eustoquio Gómez, afrontado por la señora viuda, Celia Villamizar. El reclamo de los demandantes, entre ellos el Estado, era por millones de bolívares, incluida la quinta del regalo matrimonial. Sin embargo, privó la sensatez de los litigantes a favor del pueblo y hubo acuerdo: el inmueble pasó a propiedad del Estado, destinado a programas sociales.

Desde entonces la Quinta Josefita ha sido casacuna, hospital pediátrico, casahogar del Consejo Venezolano del Niño, del Instituto Nacional del Menor y sede del Servicio Estadal de Atención al Menor (SEAM). Ahora funciona allí el Servicio de Atención Integral al Niño y al Adolescente (Saina-Lara), institución que dirige la licenciada Liliana Mujica.

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