Un sexagenario que dedicó gran parte de su vida al servicio de la Iglesia Católica fue localizado maniatado y asesinado dentro de una vivienda en la vereda 9 entre calles 2 y 3 de Cerritos Blancos, al Oeste de Barquisimeto.
Juan Alexis Pérez Godoy, de 62 años de edad, trabajaba desde hace tres meses cuidando una casa de dos plantas, en donde funciona un negocio de venta de pinturas.
Su jornada comenzaba a las 7:00 de la noche y culminaba a las 6:00 de la mañana, su deber era quedarse en la vivienda para vigilarla pero también podía descansar en una de las habitaciones de la planta alta.
Ayer a las 7:00 de la mañana, Nelson Gallardo, propietario del inmueble ingresó a la vivienda junto a su primo.
Se extrañó al ver una de las puertas internas abiertas pero pensó que al señor Juan se le olvidó cerrarla, no le prestó atención, caminó hasta el negocio y subió la santamaría, pero su primo fue hasta la parte de arriba y vio una terrible escena: el anciano estaba en el piso de la habitación, tenía las manos atadas con una sábana y a su alrededor había un gran charco de sangre.
El primo de Nelson bajó rápidamente las escaleras y le dijo: “El señor Juan está arriba, está amarrado y desmayado, hay mucha sangre en el piso”.
De inmediato cerraron el negocio y llamaron a las autoridades. El dueño del negoció contó visiblemente afectado que desde hace muchos años conocía a Juan porque era vecino de la comunidad, recientemente le ofreció que pasara las noches en la casa para que la cuidara porque no estaba viviendo allí, pero no tenía arma.
La versión que cobra fuerza es que los antisociales ingresaron por el techo de la vivienda, entraron a la casa y el cuidador quiso evitar un robo, por lo que decidieron matarlo.
Los funcionarios levantaron el cuerpo, lo llevaron a la morgue de Barquisimeto e inspeccionaron el lugar de los hechos.
Horas después se supo que la causa de la muerte fue un golpe con objeto contundente en la región frontal y que los delincuentes no se llevaron nada de la vivienda.
Era servidor católico
Pérez Godoy cargó sobre sus hombros la imagen de la Divina Pastora durante más de una década, pues pertenecía a la Cofradía Divina Pastora, encargado de la custodia y protección de la venerada imagen de la advocación Mariana.
Asistía a la Iglesia Nuestra Señora de La Candelaria, ubicada a escasos 50 metros del lugar donde fue asesinado.
También formó parte del servicio de la Pastoral Familiar comentó el Presbítero Pedro Alvarado, párroco de la iglesia. “Era una persona excepcional, entregado a servirle a la iglesia y a su comunidad”.
Fueron muchas las personas que se acercaron al sitio del crimen y con lágrimas en los ojos coincidieron en decir que era un señor ejemplar, hacía mandados a sus vecinos, muy trabajador y formó una familia con principios y valores.
Recientemente fue jubilado de una empresa en la Zona Industrial, dejó cinco hijos y varios nietos, uno de esos pequeños se quedaba con él cuidando la casa para que no se sintiera solo, pero el miércoles en la noche el niño le dijo “mejor no abuelo, me quedo contigo otro día, hoy voy a dormir con mi papá”.
