Los grafitis

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Los grafitis no solo afean las ciudades, sino que constituyen una violación a los derechos de los ciudadanos, porque dañan la propiedad privada.

En cualquier pared, esté construida o revestida del material que sea, algunas personas, se dedican a pintar su firma, o a dibujar letras que sólo tienen sentido para ellos, como si fuera algo artístico cuando es un acto de irrespeto hacia los demás. Se hace a escondidas, sin permiso del dueño del inmueble. Cabe destacar que una firma jamás puede ser arte. No hay allí un paisaje, un dibujo, un mensaje concreto escrito de forma armoniosa, sino unas letras que identifican a un falso artista. Uno verdadero es un ser sensible y la primera característica que tiene es cultivar su espíritu.

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Tal como vemos las pintas hechas con pintura en aerosol, éstas no constituyen una expresión artística, es una demostración de mal gusto y oscuridad. Tampoco, los mensajes de protesta hechos en una pared. Los dueños de inmuebles que han invertido para que su fachada se vea bien, con algún material costoso como: lengüetas, baldosas o mármol, se deben sentir profundamente molestos cuando alguien sin escrúpulos le hace una pinta con su nombre o un mensaje ordinario en ellas, porque no se pueden lavar, ni pintar para limpiarlas.

Entonces, vemos cómo una pared hermosa se transforma en un espectáculo de contaminación visual. ¿Por qué no se hace investigación y se aplica la ley a quien realiza estos actos vandálicos? Están destruyendo un bien. ¿No se han preguntado las personas que se dedican como ladrones en la madrugada a hacer estas pintas, cuándo dinero y tiempo invirtió el propietario para tener una fachada bien arreglada, además, qué se siente cuando en un minuto algo hermoso se transforma en ordinario?
Vemos con tristeza cómo se destruye hasta el patrimonio histórico con esos grafitis: estatuas, casas antiguas, edificios públicos entre otros, tocados por personas con “manos sucias de pintura” para escribir un mensaje que no dice nada, que no ayuda a la convivencia. Asimismo, la propaganda política escrita de forma similar es también una forma agresiva de obligarnos a mirar algo burdo, estúpido, porque si deseo ser candidato a una elección popular, debo ganarme los votos en la calle, trabajando por la gente, no en las paredes ajenas.

Eso, es anarquía: hacer lo que te da la gana, irrespetando las leyes, sin que haya nadie que intervenga para poner orden en el asunto.

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