Percibimos que en medio de la aguda crisis de desabastecimiento y de inflación desbordada, con el anclaje de precios que se mantiene y –por si fuera poco – el deterioro de los precios internacionales del petróleo, tímidamente se alude al problema de fondo vinculado con la permanencia del rentismo como filosofía económica que ´ha orientado la gestión gubernamental, desde los inicios del siglo pasado hasta hoy, para referirnos a la monoproducción basada en el oro negro.
Pese a las proclamas y esfuerzos que de manera recurrente se improvisaron, los planes no arrojaron los resultados esperados, abandonados a su suerte, sin evaluación ni control, llegó un momento en que fueron considerados un “ejercicio retórico y de tecnicismo, sin validez ni concreción alguna”, palabras más palabras menos, por uno de los estudiosos del proceso de la planificación nacional, con una densa obra al respecto: Jorge Giordani, quien por ironías de la Historia, luego de su largo ejercicio al frente del Despacho de Planificación durante la gestión actual, vería confirmarse su propia tesis.
El fracaso del modelo de sustitución de importaciones, instrumentado después de la postguerra, a su vez se tradujo en la cancelación del desarrollismo asociado al crecimiento económico. De esa revisión crítica, extensiva luego al modelo neoliberal, surgirían las propuestas del Desarrollo Sostenible o Sustentable y la idea- fuerza que plantea la necesidad de evitar la destrucción del planeta sobre la base de limitar la sobrecarga que soporta por la desmedida explotación de los recursos naturales utilizados en la producciónde bienes y servicios demandados por una sociedad consumista, que es capaz de crear necesidades artificiales para acumular y acumular una riqueza social injustamente distribuida, con la consecuente pobreza material y espiritual, en aumento, pese al adelanto científico y tecnológico que exhibe.
El Desarrollo Humano Integral es el modelo alternativo cuya filosofía de la sustentabilidad implica una responsabilidad ética para los gobiernos, las empresas y las organizaciones no gubernamentales. Refiere J. Riechmann, que un cartel publicitario en espacios públicos madrileños, en 2010, decía: “En el Año Internacional de la Biodiversidad HABLA DE BIODIVERSIDAD. Porque algo es importante cuando empiezas a hablar de ello.” (El lema principal era CONSUMIMOS EN OCHO MESES LO QUE LA NATURALEZA TARDA UN AÑO EN PRODUCIR, junto con una foto de una manzana mordida, que figura a la vez el planeta Tierra.) Es cierto… Para los seres hablantes que somos los seres humanos –carne que habla-, es cierto que las valoraciones sobre lo importante y lo insignificante se construyen en las conversaciones, los diálogos, el intercambio de razones. Y un problema sólo llega al espacio público – o se mantiene en el mismo – si hablamos de él…
Observamos que, tanto en las comisiones presidenciales como en las propuestas del sector empresarial para reactivar la economía, subyace el viejo paradigma del rentismo. La puesta en práctica de una nueva política económica, sin un marco teórico pertinente de referencia, se percibe como una acción discursiva más, rutinaria y sin sentido, en la búsqueda de la salida a la crisis.
Comiencen a hablar de SUSTENTABILIDAD…Tal vez se enteren que eso existe.
