La emigración demás de millón y medio de venezolanos no debe verse como algo definitivo. De un país se puede salir por muchas razones y circunstancias: un grave desastre natural que provoca una extensa hambruna, una guerra que está destruyendo todo, el atractivo de oportunidades que surgen en otras partes, y por supuesto, como es caso de Venezuela, de una aplicación de políticas que han afectado toda la estructura social, economía, seguridad, empleo, etc.
Países, como Japón y China han estimado que las migraciones, bien orientadas, les traen muchos beneficios, incluso si muchos no retornan pues los que no retornan ayudan a su país de origen. Otros, como Cuba y Corea del Norte, hacen extremadamente difícil la salida de sus ciudadanos, convirtiéndolos en prisioneros en su propio país.
Los emigrantes pueden ayudar mucho al desarrollo de su país. Suelen emigrar los jóvenes desempleados que con esto disminuyen las presiones por empleo y comida, demandas que pueden convertirse en actos políticos y desestabilizadores. Una vez asentados en el país receptor, el emigrante comienza a enviar dinero a su familia, lo que ayuda a mejorar la balanza de pagos del país de origen. Además, el emigrante puede convertirse en comprador de productos de su país, contribuyendo también por esta vía a mejorar su economía. Un ejemplo de esto ocurrió a fines de la segunda guerra cuando millones de italianos se desparramaron por el mundo. Con sus remesas de dinero ayudaron a sus familias y, en conjunto, a toda Italia. Además, fundaron diferentes empresas y trajeron de Italia los equipos y materiales que necesitaban. La fuerte presencia de la FIAT en Venezuela se debe a ellos.
Un millón y medio de venezolanos ayuda también al gobierno: pues los emigrantes son, casi en su totalidad, opositores que votarían contra el gobierno de haber estado en el país. Esos son los votos que Capriles no obtuvo en la última elección presidencial, además de las usuales trampas del gobierno. Por esto Chávez cerró el consulado en Miami. Pero pierde el país cuando los que se van son profesionales que siempre hacen falta.
Muchos volverán solo a visitar a sus familias y a que los nietos conozcan a sus abuelos. Ya bien establecidos en su país receptor, no tendrán motivos para regresar definitivamente, a pesar de las añoranzas y nostalgias que sientan. Pero en la medida que el país mejore, algunos si regresaran, trayendo consigo la experiencia de cómo es un país que funciona de manera decente. Traerán nuevas tecnologías, nuevas ideas y las pondrán en práctica para beneficio colectivo.
Por lo menos eso espero…..