Vialidad

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En espacios de Barquisimeto donde finalizaba la calle Ambrosio Plaza con Obispo, ahora avenida Venezuela con calle 26, el año 1941 se abrió un centro recreativo en el que se jugaba bolas criollas, boliche, básquet y voleibol, estas dos últimas actividades muy atractivas para la expectante juventud deportista.

En el noroeste de aquella esquina, conocida como Capilla de las Ánimas pues allí había existido un cementerio llamado San José, por aquel tiempo empezó a construirse una casa grande, de altos techos entejados, gruesas puertas y largos pasillos, destinada a sede de la Federación Venezolana de Maestros, gremio en crecimiento fundado por el pedagogo Luis Beltrán Prieto Figueroa. Vecino a este asiento magisterial, en el ángulo noreste, se edificó una escuela de educación primaria de nombre Ayacucho.

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Por ese entonces Barquisimeto empezó a crecer, a cambiar su nomenclatura, y la calle Ambrosio Plaza se convirtió en carrera 26, extendida hacia el Este. Después, siendo presidente del país el coronel Marcos Pérez Jiménez, se decretó construir sobre esta carrera una gran avenida de cuatro vías con diez canales, expresos y de servicio.

Para llevar a cabo esa obra de vialidad, que se llamaría avenida Venezuela, era necesario demoler las casas, las canchas del recinto recreativo y otras bienhechurías existentes en las orillas norte y sur, trabajo realizado luego de reubicar a las familias que allí vivían en un conjunto residencial que levantó el Gobierno para tal fin en el extremo oeste de la ciudad, entre las calles 51 y 53, identificado como urbanización Dorante.

La amplia arteria urbana, construida desde la avenida Vargas hasta la calle 42, fue inaugurada el año 1957, y sólo por la vía norte de servicio quedaron en pie la Casa del Maestro y su vecina escuela Ayacucho, que con extendido frente y sólida cerca obstaculizaban el normal tráfico desde la calle 25, siendo forzoso el desvío hacia la vía expresa para luego retomar la ruta, a unos 150 metros. Esto, entre frenazos, ruidos de cornetas e intercambios de insultos, embotellaba la circulación automotor.
Presentando ese escollo vial se mantuvo la avenida Venezuela durante 57 años, a la vista de gobiernos de diferentes colores y rangos, sin avizorar una solución. Fue a mediados del año 2014, por iniciativa de la alcaldía del Municipio Iribarren, encabezada por el alcalde Alfredo Ramos, que se procedió a resolver tan viejo problema de circulación vehicular.

El organismo encargado de apartar aquel obstáculo, sin daño alguno a las edificaciones parcialmente atravesadas, fue la Empresa Municipal de Ingeniería y Conservación Ambiental (Emica), presidida por el ingeniero José Vásquez. Ahora ese tramo despejado, libre después de tanto tiempo, es de provechoso uso al servicio de la colectividad que anda sobre ruedas.

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