«Ni reuniones ni pensamiento en grupo. Es en soledad cuando podemos tomar distancia, desarrollar nuestros talentos creativos y ser más valiosos para los demás». Gabriel García de Oro
Según Keith Sawyer, psicólogo de la Universidad de Washington «décadas de investigación han demostrado que los grupos de Brainstorming piensan menos ideas que el mismo número de personas que trabajan solas y más tarde ponen en común sus impresiones».
Adrian Furnham, psicólogo organizacional, nos advierte de que «si tienes en la empresa personas con talento y motivadas, debes alentarlas a trabajar solas cuando la creatividad o la eficiencia es la más alta prioridad».
Sin duda el antónimo de creatividad es comité. Existe una sentencia que corre por los departamentos de diseño que asegura que «un dromedario es un galgo creado por un comité». Esta queja, que se ha convertido en todo un clásico, se atribuye a Sir Alec Issigonis, ingeniero que desarrolló el Mini, el automóvil que se convirtió en un icono británico y es una innovadora manera de concebir la movilidad urbana. A quien la palabra «comité» le resulte lejana y piense que es cosa de corbatas, mesas brillantes y salas lujosas, se equivoca. Todos podemos acabar actuando como inoperantes miembros de uno de ellos, basta con que varias personas opinen acerca de una idea tratando de buscar una solución común.
Gabriel García de Oro reflexiona y comenta que: «Estar conectados con los demás es algo maravilloso y las nuevas tecnologías nos abren grandes posibilidades, pero previamente hemos de ser capaces de conectar con nosotros mismos. Buscar momentos de soledad, pero sin querer estar aislados. Disfrutar de nuestra propia compañía para ser mejores para los demás. Si queremos pensar de forma creativa, debemos saber hacerlo solos. Es así cómo podremos desarrollar nuestro potencial. Mejorar y crecer. Pero es posible que,si no estamos acostumbrados a ello, al principio nos resulte difícil. Que nos encontremos perdidos y al poco rato tratemos de escapar de la soledad con un sentimiento de frustración que no es el deseado».
En este sentido señala que si nuestra intención es reconectar con nuestro yo creativo, que solo florece en soledad, es bueno seguir este pequeño proceso:
1- Tomar distancia del problema que queremos resolver. Y para ello lo mejor es ser capaces de describir lo más exactamente posible el reto que tenemos por delante.
2- Explorar alternativas, por absurdas que nos parezcan. Es uno de los grandes placeres de pensar solos. Podemos transitar todo tipo de caminos creativos sin tener que dar explicaciones o avergonzarnos de ello. Nadie nos ve. Nadie nos oye.
3- Anotemos las soluciones que hayamos ido seleccionando como posibles buenas ideas. Eso significa escribirlas. Escribir las ideas que ya tenemos nos llevará a tener más ideas, se activará la escritura creativa.
4- Decidamos entre todo el material recopilado. Esta es la parte más racional del proceso y entran en juego nuestras intenciones,motivaciones o expectativas. Por buena que sea una idea que se nos ha ocurrido, si creemos que no funciona o no nos sentimos cómodos, matémosla.
5- Compartir con los demás. Es también una parte importante de este camino. Al exponer una idea a una persona de confianza, a veces vemos su potencial o nos damos cuenta de que no suena bien como lo hacía en soledad. Pero sea como sea, deberemos, en última instancia, decidir nosotros.
Definitivamente, lo colectivo tiene sus virtudes, por supuesto, pero no por ello debemos obviar que para desarrollar nuestra creatividad y enriquecer nuestro mundo interior necesitamos encontrar momentos de soledad.
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