Las OLP como arma propagandística

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El gobierno nacional de Nicolás Maduro vende a las OLP como la gran panacea contra la inseguridad mientras que las acciones de este grupo mixto de militares y funcionarios policiales distan mucho de alcanzar el objetivo pregonado a todo pulmón desde el Palacio de Miraflores.

El clima de inseguridad en Venezuela no ha mermado un milímetro y los crímenes, robos y secuestros persisten sin variación alguna en los distintos rincones del país, de allí que la inseguridad luce intacta además de ser la principal preocupación de los venezolanos expresada en todas y cada una de las encuestas.

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Para constatar los efectos de las OLP visité el sábado 15 de agosto las poblaciones de Los Filúos y Paraguaipoa, municipio Guajira del estado Zulia, donde días antes estas fuerzas mixtas efectuaron una masiva operación en la cual participaron algo más de 2.300 efectivos, convirtiendo a la zona en un gran cuartel.

Cuentan sus habitantes que la batalla contra negocios, viviendas y las “mesitas” (puestos colocados en el mercado y la carretera) comenzó a las 2 de la madrugada y terminó a eso de las 11 de la mañana. Desde El Cañito, Guarero, Paraguaipoa y Los Filúos los miembros de las OLP destruyeron más de 100 negocios en el Mercado, rompieron los vidrios de los carros y barrieron las mesitas en medio de un caos total.
Habían tantos militares y funcionarios por doquier que los wayuu dicen que “estaba full de Ley” y en la reyerta hubo heridos porque la gente de les enfrentó pero no pudo contra ese contingente militar nunca antes visto en una acción de violencia continúa de casi 9 horas que causó verdadero terror e impotencia.

No dejaron pasar a la gente a sus negocios y les sacaron todos los productos pero, además, los habitantes denuncian que también las OLP se llevaron dinero y joyas de los comerciantes, aún no devueltos. En la reunión que se produjo en la vía pública, el alcalde del Municipio de La Guajira, Hebert Chacón no dijo nada y se mantuvo totalmente callado, de allí que la crítica en su contra aumentó en el seno de los wayuu.

Ahora bien, la acción de las OLP fue difundida como una gran victoria contra las bachaqueros por parte del gobierno nacional y del gobernador del Zulia, Francisco Arias Cárdenas, pero lo cierto – y evidente- es que allí en esa zona fronteriza habitada en su mayor parte por los miembros de la nación wayuu, el bachaqueo prosigue intacto.

El saldo de la gran arremetida de las OLP es que ahora los bachaqueros no guardan sus productos en Paraguaipoa o Los Filúos sino que siguen de largo llevándolos hacia Maicao y los wayuu tienen ahora un gran problema: No pueden comprar en su localidad los alimentos que anteriormente conseguían a precios más altos pero que podían adquirirse en los negocios.

“Mucha gente está dolida y dice que Arias debe responder”, dijeron de los consultados, quienes admitieron que el bachaqueo sigue operando y prácticamente nada cambió después que limpiaron los destrozos y se marcharon a las 11 de la mañana con aires de victoria sobre una población indefensa a la cual le aplicaron la máxima de “pagar justos por pecadores”.

La gasolina sigue vendiéndose a lo largo y ancho de la región guajira como se expende en Maracaibo una botella de agua, los productos alimentarios venezolanos siguen entrando a Maicao sin inconveniente alguno, las necesidades siguen marcando el rostro de los habitantes de Mara y Guajira donde no hay empresas ni tampoco trabajo y la nación wayuu sigue totalmente desatendida por parte del gobierno nacional.

Visto el saldo y la situación, todo ello revela que el propósito de la acción de las OLP es otro distinto al objetivo de “solucionar el problema de la inseguridad”. Como dicen mis amigos sociólogos izquierdistas tiene una agenda oculta: provocar un efecto propagandístico entre los venezolanos para así intentar que el gobierno de Maduro se recupere en las encuestas y sus candidatos a diputados tengan un argumento para responder a las preguntas sobre muertes, robos y secuestros en el país.

Más al fondo, las OLP son la reedición de la otrora Ley de Vagos y Maleantes que permitía detener a cualquier persona por la sola sospecha de que fuera un delincuente y pasar varios días detenido, previa humillación y golpiza.

Creo difícil que las OLP sean percibidas como un Dakazo II (versión de Provea) porque la inseguridad no se borra con una mera acción (la compra de un televisor) sino con protección ciudadana permanente traducida en funcionarios policiales en las calles, patrullas rondando la vía pública, desarme efectivo, juicios justos y detenciones en cárceles diferentes a las actuales donde los Pranes viven apaciblemente la vida loca protegido por las autoridades de las prisiones.

@exequiades

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