A pesar de la magnitud de los trabajos de acondicionamiento que deben llevarse a cabo en un sector de la avenida Uruguay, los técnicos encargados de los mismos no consideran necesario su cierre total, como ocurrió en 2013-2014 durante cinco o seis meses.
Este sábado, el secretario general de gobierno, Teodoro Campos, el presidente de Hidrolara, Pedro Sánchez, el ingeniero Luis Andrade, del Colegio de Ingenieros, junto a otros funcionarios, realizaron una nueva inspección al lugar donde se manifiesta más el hundimiento.
Campos dijo que últimamente se han realizado varias reuniones técnicas para precisar el origen de las fallas y decidir las medidas a tomar.
“Se han hecho levantamientos topográficos y otros estudios y el martes podría concretarse lo que debe hacerse”, señaló.
Insistió en que se está haciendo todo lo necesario para salvar la importante arteria vial.
Igualmente desmintió al presidente del CLEL, Orlando Miranda, quien dijo que se habían invertido 200 millones en trabajos de recuperación, aclarando que la cantidad sólo llega a los 20 millones.
Consultado si, debido a los trabajos a realizar, se haría necesario el cierre de la avenida, respondió negativamente, indicando que sólo habría algunas restricciones al tránsito automotor.
Con respecto a las medidas a tomar, se refirió al sellamiento de las juntas de la calzada para evitar filtraciones, cerrar las grietas existentes en el pavimento y la calzada norte y nivelar la capa de rodamiento.
Planteó la necesidad de colocar frente a la Cinemateca un punto de control policial que permitiría, además de la vigilancia de la zona, estar atentos los funcionarios allí destacados con respecto a cualquier eventualidad que pueda presentarse en relación al hundimiento de la calzada.
Campos insistió en que, con respecto a la avenida Uruguay, lo importante es buscar soluciones y no tomarlo como bandera política, con críticas injustificadas.
También dijo que de todo lo que se ha venido haciendo se informó al Consejo Legislativo.
El ingeniero Luis Andrade, por su parte, manifestó que lo que ocurre con ese tramo vial podría generarse en deformaciones de la calzada.
“Existen problemas internos, más abajo, como daños en la tubería de aguas servidas que cruza la avenida frente a la Cinemateca”, afirmó.
Esa tubería recoge las aguas de la avenida Vargas para llevarlas hasta el río Turbio.
Con respecto al hundimiento existente en ese sitio, lo calculó entre 30 y 40 centímetros.
Afortunadamente, explicó, el problema está ubicado allí, al final de la calle 17, donde el tránsito automotor no es tan intenso como el que, procedente de la Vargas, llega a La Ribereña.
Entre los planteamientos que se han hecho hasta ahora figura el desvío de ese tubo de aguas negras, inyectar con cemento las bases que lo sostienen, sustituir el existente, ya viejo, y extraer la masa de suelo para una mejor compactación.
El ingeniero Andrade recordó que anteriormente la avenida ya estuvo cerrada durante varios meses a raíz de las fallas que presentó, las cuales requirieron obras de grandes proporciones.
Otros conocedores de la materia creen que en esta oportunidad, por el sitio donde se están presentando los daños, que registra menor movimiento del tránsito, puede trabajarse con mayores facilidades, causando también menores molestias a los usuarios que a diario utilizan esa vía para trasladarse desde la calle 17 hasta La Ribereña.
Mientras tanto, vecinos de la zona, en especial los del sector conocido como “detrás de las barandas”, permanecen atentos a lo que se está haciendo, aunque, aparentemente, no revisten peligro alguno.
“Muchos desaciertos se han hecho en la Uruguay”
Resulta un contra sentido solicitar nuevos recursos para reparar la avenida Uruguay sin asumir criterios técnicos diferentes a los utilizados hasta ahora.
El planteamiento lo hace Carlos Eduardo Triana, ingeniero en obras hidráulicas, quien ha venido siguiendo la problemática de esa arteria vial.
Cita su inauguración el 27 de marzo del 2003, con una inversión de 2 mil 86 millones de bolívares, pero apenas a los cinco meses presentó su primera falla en la calzada de descenso.
Emica la reparó en el 2004 con una inversión de 115 millones, pero seis años después se presentó otra, llevando a Hidrolara a sucesivas reparaciones en el 2011 y 2012, invirtiéndose otros 9.315.000 bolívares.
“Estoy convencido de que una nueva reparación, bajo los mismos criterios que se han manejado a partir de 2011, traerá idénticos desastrosos resultados”, señala.
Cree que en ese caso no debe aplicarse lo mismo que en las calles de Barquisimeto, consistente en abrir una zanja, botar el material extraído y repararlo.
Igualmente no considera prudente utilizar granzón sacado del río Turbio pues nunca se logrará su compactación del material extraído del sitio pues, “deja espacio para la acumulación y movimiento de las aguas que por diferentes frentes arriban al terraplén intervenido, que inicialmente será húmedo, luego medio saturado, y finalmente saturado”.
“Alguien tiene que hablar claro ante las muchas, variadas e interesadas opiniones, generalmente sin base técnica; el que calla otorga. Los ingenieros larenses estamos haciendo el ridículo al no ser capaces de reparar un tramo de 100 metros de una vía urbana que es estable en los 850 metros adicionales.
No es lo que muchos quieren oír, pero los técnicos debemos hablar con franqueza y por todo el cañón”, dijo Carlos Eduardo Triana el pasado viernes en el Consejo Legislativo.
Insiste en la necesidad de usar un relleno adecuado, arcilloso como el usado en el terraplén original, y construir un sistema mixto de drenaje aguas arriba de la avenida, un subdrenaje dentro del terraplén, que capte y cree una ruta segura de descarga, que controle y canalice las variadas formas del agua que tiene la tendencia de saturar el terraplén vial.