Exterminio, ajusticiamientos y humillación al pueblo. Así transcurren los días en la “revolución bonita”. Los mismos que antes se horrorizaban con la ley de vagos y maleantes, hoy anuncian orgullosos operaciones policiales en los barrios que dejan decenas de muertos “presuntamente delincuentes”. Un video casero de unos policías ajusticiando a un desconocido a plena luz del día no calza ya para ser noticia, ni mucho menos genera una investigación seria. Al pueblo en cola se le acusa de “plaga” y se le humilla diariamente desde la oficialidad. La culpa de la devaluación más grande de la moneda en nuestra historia, terminó siendo de los pendejos quienes pueden terminar haciendo trabajos forzados y sometidos al escarnio público si el hambre supera su ración. Como hemos dicho antes, todo militarismo es de derecha, aunque usufructúe el discurso social.
Pero lo insólito es que detrás de la delincuencia y el bachaqueo hay una causa común que sigue sin ser atacada por el Gobierno: El desempleo. El problema de fondo es ese, la falta de oportunidades productivas luego de quince años de un modelo socialista que persigue la propiedad privada y la inversión. Si este Gobierno quiere combatir de verdad la delincuencia y el bachaqueo, en vez de matar y perseguir a la gente, lo que debe es estimular la inversión privada para generar empleos dignos con salarios capaces de satisfacer las necesidades. Fortalecer la moneda y promover la producción nacional, debe ser la política. Pero es más fácil llamar plaga y exterminar a la gente víctima del mal gobierno. El drama es que en la actualidad hacer una cola es mucho más rentable que trabajar.
Venezuela es un gran campo de concentración. El estallido social es diario, solo que no hay medios libres que lo cubran y la represión es automática y hasta preventiva. El “patriazo” se vive en formato de cotidianidad, bajo sometimiento de un régimen militar férreo. Hasta ahora la única política económica intentada por Maduro ha sido la represión. Atrás quedó la frase de Chávez en la que justificaba robar para comer. Ahora todo aquel que no se someta a su ración y haga su cola callado, es considerado plaga y desestabilizador. Pero se les acabarán las balas y las bragas, y el problema seguirá igual. La crisis se arregla con medidas económicas y en cualquier caso se debe generar confianza y convivencia. Algo de lo que es incapaz ya Maduro. Por eso estoy seguro que el 6 de diciembre el pueblo le dará un ultimátum a este legado torturador y comenzará una nueva etapa, la de la Venezuela productiva y la de un pueblo libre y próspero. La verdadera OLP será votando a favor del cambio. Y es que la “plaga” pica.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.
