Hay varias “locuras” que me han venido a la cabeza durante estos años de gobierno chavista-madurista. La primera, pensar que no importaba quiénes fueran los candidatos de la oposición para las elecciones legislativas, de alcaldes, gobernadores o presidenciales, siempre y cuando hubiera unidad sincera y cohesión. Llegué a decir que los candidatos podrían escogerse hasta por azar, que lo más imperioso es salir de la tragedia que destruye la república. Más locura que escoger los candidatos al azar, es continuar con este régimen que lleva a la república al más espantoso caos. La segunda “locura” me vino a la cabeza, cuando pensé que no era necesario un programa de gobierno. Basta con hacer lo contrario de lo que ha hecho el chavismo para enderezar el destino del país.
La verdad es que la Unidad opositora ha hecho todo lo contrario, y con razón, de las “locuras” que mi imaginación construyó. Los candidatos en buen número, han sido escogidos en primarias abiertas, libres y democráticas y se han creado equipos de trabajo para delinear un programa nacional, programas de gobierno para cada región y para áreas prioritarias del quehacer nacional. El problema de la multitud de pre-candidatos ha sido el resquebrajamiento de la unidad, se ha resentido este requisito fundamental y es necesario restaurarlo para que el triunfo en las elecciones del 6 de diciembre sea contundente. Me han informado que se continúan haciendo esfuerzos por restaurar la unidad resentida. Los equipos de campaña que se anuncian así lo indican, veo personas de todo el espectro opositor integrado en esos equipos. A nadie puede escapar la imperiosa necesidad nacional de ganar, para bien de nuestra querida patria, la elección parlamentaria del 6 de diciembre. Creo que es un imperativo moral, patriótico e histórico.
Lo que se debe hacer a partir de ganar la mayoría calificada de la Asamblea Nacional, consiste, insisto, en hacer todo lo contrario de lo que ha hecho el oficialismo. Debe hacerse una gestión amplia hacia dentro de la oposición y hacia afuera de la misma. Debe haber una reconciliación nacional en la medida en que el adversario permita acercársele y dialogar. Debe generarse un clima de confianza en el orden económico a fin de atraer inversiones que aumenten la producción nacional y hagan crecer el empleo. Es inaplazable el rescate de las instituciones nacionales. Un Poder Judicial autónomo e independiente, con juristas muy calificados y garantes de la justicia y del castigo a los culpables de los desmanes ocurridos o que ocurran en el futuro. Normas Jurídicas claras,confiables, aplicables con facilidad. Estímulo a la empresa privada y a la propiedad privada, respeto escrupuloso a la libertad de expresión y de pensamiento, devolución de las señales a las televisoras y radioemisoras que fueron acalladas. Respeto a la autonomía universitaria y presupuesto justo para nuestras máximas casas de estudios superiores. En fin, esto es sólo una breve pincelada de lo mucho que está por hacerse. Llegó la hora de cambiar.
