La teoría sistémica, formulada por David Easton para analizar el funcionamiento de los sistemas políticos contemporáneos, sigue teniendo una vigencia plena que trasciende horizontes temporales y latitudes geográficas.
Su esquema de entradas y salidas (imputs y outputs) y su categorización de la “caja negra” como mecanismo de los Estados para el proceso de formulación de las políticas públicas, es una herramienta muy valiosa para el análisis político que aún hoy los politólogos usamos para describir realidades de funcionamiento de las maquinarias estatales y del “gran hermano”, como reseñara George Orwell en su mítica novela 1984.
Las entradas (los imputs) en la Venezuela de hoy Las demandas sociales hacia el Estado venezolano van en aumento. La población ha venido creciendo sostenidamente, y con ella las necesidades de servicios públicos.
El esquema de funcionamiento de las políticas públicas en los últimos diez años ha privilegiado el crecimiento del estatismo, minimizando al sector privado, elevando considerablemente las demandas de empleos y soluciones hacia el los entes públicos.
Frente a la consolidación del estatismo se debilitaron los procesos productivos nacionales, recargándose a niveles nunca vistos la necesidad de importaciones, que gracias a los excelentes precios de la canasta petrolera venezolana se pudieron realizar especialmente en los últimos cuatro años.
Con la caída abrupta del petróleo y la monoexportación exacerbada en la última década, al restringirse el ingreso de divisas a la economía nacional, los bienes y servicios han sufrido una merma importante que se siente en la población, la cual sufre lo indecible para encontrar los productos que garanticen su sustento diario.
Colas por doquier, protestas silenciosas y no tan silenciosas. Un estado de ánimo colectivo que refleja descontento, frustración, preocupación, y en algunos casos amargura por las dificultades enormes que padece la familia venezolana. Adicional a ello tenemos la presencia de una polarización política con mucho arraigo en la población y mal procesada por las instituciones del Estado y políticas en general.
Las salidas (outputs) Desde el Estado las respuestas han sido más políticas que institucionales. Ha aumentado considerablemente el proceso de estatización de la economía venezolana.
El Gobierno central ha concentrado la mayoría de las importaciones. Se mantiene una paridad cambiaria absolutamente irreal y múltiple que produce distorsiones graves en el funcionamiento económico de la sociedad. Institucionalmente se siguen promoviendo esquemas de excesivo control estatal para el funcionamiento de la economía.
Frente al fenómeno inflacionario y el llamado “bachaqueo” se han atacado las consecuencias, más no las causas reales de problema, con lo cual más bien ha tendido a agravarse.
Sigue primando el discurso ideológico que cuestiona abiertamente cualquier posibilidad de alianza con el sector privado y en ello se ha fundamentado todo el compendio de políticas públicas que desde las instituciones se lanzan día a día a toda la sociedad.
La centralización del poder y el manejo de la economía ha sido la respuesta contundente del Gobierno frente a la actual coyuntura. Más que generar respuestas soportadas en políticas públicas de largo aliento, se ha exacerbado la práctica de los “operativos” como forma efectista de atacar problemas puntuales de la sociedad, pero dejando de lado el fortalecimiento de una burocracia estatal en el sentido weberiano del término.
El sobrecalentamiento Como vemos, en una dinámica de funcionamiento de una sociedad donde las demandas sociales están rebasando la capacidad de la “caja negra” de producir respuestas que equilibren esa presión, es normal que se produzcan “sobrecalentamientos” o “recalentamientos”, tanto del aparato del Estado como de la sociedad misma.
Éstos pueden provocar serios desequilibrios en el sistema político que a la larga, si no se controlan, pueden llegar a socavar la legitimidad y su base de sostenibilidad.
Más del 80% de la población está descontenta con la situación económica actual, y casi el 90% no ve oportunidades en el corto plazo.
Estos indicadores nos dicen mucho sobre el nivel de sobrecalentamiento de la caja negra en las condiciones actuales. Las elecciones parlamentarias de diciembre pudieran servir de catalizador y válvula de escape para desmontar la alta presión actual, pero también, vistas las circunstancias actuales, es extremadamente necesario que desde la caja negra se produzcan decisiones de cierta racionalidad económica que permitan el inicio de la recuperación de la confianza para enfriar el clima de opinión nacional.