Me siento afortunada como mujer de vivir en un país como Venezuela, a pesar de las diversas problemáticas que tenemos. Porque como periodista y amante del conocimiento me he dado cuenta de la situación en la que se encontraban las mujeres en épocas anteriores, y también en la que se encuentran muchas en otras naciones en la actualidad, en donde no tienen ni libertades ni derechos.
Con los avances que hemos obtenido en la actualidad una mujer debería poder salir a la calle en búsqueda de trabajo y que al momento de ser evaluada se observen sus habilidades y experiencia, mas no su género. Debería recibir un pago igualitario al de un hombre por desempeñar una misma labor. Debería poder salir a las calles sin miedo a ser víctima de violencia por ser considerada el sexo débil. Y debería sentirse segura y apoyada en su propio hogar. Pero según organizaciones como la Entidad de Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer, y la Comisión Interamericana de Mujeres de la OEA, esto no ocurre así.
Lamentablemente aún queda mucho camino por recorrer para alcanzar la equidad en todos los sentidos. Poniendo como ejemplo a Venezuela, las mujeres en edad fértil no reciben tantas oportunidades laborales como los hombres, debido a que existen leyes que benefician en exceso a una mujer que sale en estado, lo que coloca en desventaja a los empleadores, y que por lo tanto haga que prefieran contratar a un hombre con menos capacidades y experiencia, que a una mujer.
Por otra parte muchos estudios han demostrado que la mujer no recibe el mismo salario que un hombre por desempeñar una misma labor. En América Latina los hombres ganan 17% más que la mujer, en un mismo puesto de trabajo.
Es más probable que una mujer, en un país con mayores niveles de seguridad que el nuestro, sea víctima de violencia en las calles por ser considerada un objetivo más sencillo de atacar que un hombre, es decir, por ser considerada el sexo débil.
También, a pesar de los cientos de campañas que se han creado a nivel mundial en pro de la no violencia contra la mujer, aún una de cada tres mujeres son víctimas de violencia en sus hogares. Además las tecnologías han creado nuevas posibilidades de violencia psicológica, sobretodo en las redes sociales.
El Día Internacional de la Mujer, que se celebra cada 8 de marzo, es un momento para conmemorar las luchas que se han realizado en el pasado y para recordar que aún queda un largo camino por recorrer.
Las mujeres son piezas fundamentales dentro del desarrollo de cada nación, así lo han demostrado países que se esfuerzan por incluir a las mujeres en la vida política y económica.
Con todo esto no me refiero a que se debe tratar a la mujer como un ser superior al hombre, porque ahí también estaríamos errados, sino que se brinden las mismas posibilidades para ambos géneros. La esposa lava la ropa, trabaja, busca y lleva los niños al colegio, y hace masajes de espalda, mientras que el esposo lava los platos, trabaja, busca y lleva a los niños a la natación, y hace masajes de pie, todo es cuestión de equilibrio.