El deseo de progresar

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Progreso es la palabra del momento, la que denota ascenso, evolución, mejoría, prosperidad, mayor bienestar, crecimiento positivo, estar hoy mejor que ayer y mañana mejor que hoy.

Es necesario para toda la población pensar en progreso, trabajar en progreso, educarse en progreso, sentir en progreso, amar en progreso. Lo que no acepta el progreso es el odio, la violencia, la destrucción, la pobreza, el desmejoramiento, la mediocridad, la baja calidad. Es la conformación de la espiral en expansión donde siempre hay espacio para avanzar. El progreso procura amigos, no enemigos.

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El progreso procura la salud, no la enfermedad. El progreso se identifica con el estrechar de manos que acuerda, que coopera, que se solidariza, que suma y multiplica. El progreso habla de inclusión, integración. El progreso no descalifica sino que califica. Reconoce lo bueno y lo malo. No se empeña en imponer una razón, porque sabe que en el momento que lo haga deja de serlo. Prefiere evidenciarla, que esta fluya y no se represe, que esta se encuentre llena de pasión por la vida y entusiasmo por vivir. Por eso el progreso no confunde. No necesita vestir la mentira de verdad, ni atribuirle a otro el fracaso propio, inventar otra cosa sobre lo que es evidente y mucho menos, golpear al inocente porque es diferente, excluir a toda una clase social porque le inyecta odio a otra para incitarla a golpearla. No, no, al progreso no le interesa nada de eso.

El progreso ama a la Paz, el progreso ama y admira a la No violencia, por eso el progreso no habla de guerra ni apoya a la guerra. A ninguna guerra. No puede ver como trofeo la muerte de niños, ancianos, jóvenes, que son el resultado inefable de todas las guerras. Y eso es porque el progreso no tiene un altar para la muerte. No la glorifica. Sabe el progreso que los valientes verdaderos, los auténticos, los trascendentes, son los que no necesitan hablar con las armas, ni acariciarlas, reverenciarlas y rendirles pleitesía. El progreso no amenaza, ni infunde miedo. Al progreso no le interesa aumentar el número de cobardes sino incrementar el número de valientes. Por eso sus hombres y sus mujeres son capaces de hablar con coraje, de actuar con decisión. No se esconden para orar: lo hacen a la luz del sol, lo promueven en sus acciones, son hombres y mujeres de fe. El progreso no hace sacrificios humanos ni animales, no adora tótems ni participa en funerales de muñecos de cera. El progreso es auténtico. El progreso es original. No imita, le gusta crear.

El progreso no vive en la cultura de la incivilidad, no segrega a los civiles porque es un civil más. El progreso sabe qué superior a ser soldado, es ser Buen Ciudadano. Y Buen Ciudadano es aquél que hace el bien a su prójimo honrando la Constitución que le confiere la más valiosa de sus distinciones. Por eso habla de valores y los mantiene, construye el bienestar irradiando el conocimiento que se adquiere al estudiar la naturaleza de las cosas. Por eso al Progreso le gusta pasar sus exámenes con mérito mostrando a todos lo que sabe hacer: aprender con honores.

El progreso no es el efecto de una propaganda, el fruto de un pasquín, no es efectista. El progreso es lo que embellece. Todo lo contrario al progreso es atraso, primitivismo, hambre y miseria. Así se vista de Revolución.

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