A este título tendríamos que agregar Carora, ciudad donde la soledad, el pecado, el misticismo, el mestizaje ecuménico y la pasión telúrica conformó un mundo propio donde la realidad y la ilusión desdibujaron sus límites y crearon un espacio de convivencias mágicas y atemporales donde lo ancestral siempre es algo de actualidad y la moda es luchar contra una sed de 400 años largos.
Sobre esta realidad donde la fantasía es un componente de lo fenoménico, Rafael “Cheché” Montes de Oca Martínez redactó cuentos y obras de teatro con éxito tal que uno de sus relatos, “El Encandilador de Zamuros”, obtuvo Mención Honorífica en los Premios Casa de las Américas, algo reservado solamente para los más prestigiosos escritores de habla hispana.
No obstante y sus dotes de intelectual y humanista con reconocimientos y lauros internacionales, Cheche se consideraba básicamente un periodista y un luchador social al servicio de las causas sociales con preferencia las de los habitantes de los barrios y las de los trabajadores. Demostración de ello es que fue directivo de la AVP y el primer Secretario del Colegio Nacional de Periodistas de la Seccional Lara. Igualmente ocupo importantes cargos en varios sindicatos y fue concejal de Iribarren.
Pero al margen de sus preferencias vitales su alma y talento de escritor lo convirtió en una referencia silenciosa pero siempre presente dentro de los círculos literarios del Estado Lara. Una de sus últimas apariciones públicas fue en un acto de apoyo a EL IMPULSO organizador por José Gerardo Mendoza en el cual los articulistas de este periódico centenario cerraron filas a su favor y en rechazo a las limitaciones que le han sido impuestas desde el sector oficial. Allí Cheché Montes de Oca hizo gala de sus inmensos recursos culturales y dio una clase magistral sobre la trayectoria límpida de este Diario en el cual han escrito plumas inmortales de la lengua española.
Su muerte física ha creado un vacío grande dentro del periodismo y la intelectualidad larense y especialmente en la caroreña. Ciudad que le sirvió de inspiración para sus vuelos literarios, aunque el nació en Altagracia y de allí siempre mantuvo cálidos recuerdos de niñez, como por ejemplo los caballitos de madera que tallaba su padre, obras de arte, que le despertaron la fantasía y que con los años se le hizo prosa y compromiso de igualdad social.
El Encandilador de Zamuros, su cuento más conocido y premiado, es el relato de un caroreño que efectivamente existió, Vidal El Gallo, ocurrente personaje de gran inteligencia e ingenio que ahuyentaba a los zamuros de las casas donde mataban cochinos para evitar la llegada de la policía o la guardia nacional y decomisara las carnes por razones sanitarias. El Gallo se valía de unos espejos y apuntaba su reflejo hacia las aves de rapiña, las cuales remontaban el vuelo deslumbradas por el brillo amenazante que emergía de los patios de matanza porcina.
Como dramaturgo la obra de Cheché que más recuerdan sus paisanos fue la del Diablo de Carora, la cual fue representada por un grupo teatral de la casa de la Cultura en tiempos de Juan Martínez Herrera. Los actores fueron gente de pueblo sin ninguna experiencia ni estudios. No obstante su escenificación fue un éxito total, en el cual muchos meritos tuvo Cheche como escritor de la obra y asesor del montaje. Viva por siempre este gran intelectual. Uno de los grandes caroreños de todos los tiempos.