La presencia de funcionarios de diversos cuerpos de seguridad por la Operación Liberación y Protección del Pueblo (OLP), en la zona Norte, desde el día lunes 10 de agosto, había mantenido la ciudad calmada, hasta que llegó el viernes, día de quincena, y a los maleantes no les importó: salieron para hacer de las suyas.
Dos hombres fueron asesinados al norte de Barquisimeto, en distintos hechos.
Pastelero cobraba su liquidación
Luis Alfredo Barrios, de 25 años, hace diez años, de la mano de unas primas y tías, aprendió el oficio de la repostería. Trabajaba en la carrera 17, entre calles 37 y 38. Lo hizo por muchos años y posteriormente lo emplearon en una panadería en la entrada de El Cují. Desde hace tres meses laboraba allí, pero por la situación del país y la carencia de harina para trabajar decidieron bajar su santamaría y liquidar a sus trabajadores.
Barrios era uno de ellos y este sábado le tocaba buscar su liquidación. El joven salió a las 3 de la tarde del viernes, de su residencia en El Cují, le dijo a su esposa Elena Vásquez que iba a cobrar y ya venía.
Una hora después un motorizado tocó la puerta de la casa de la pareja, le dijo a Vásquez que habían visto tirado a Barrios en el sector Las Nieves, de la zona Norte, que creía estaba muerto. Ella, desesperada, se fue al lugar y la imagen que consiguió fue bastante impactante y dolorosa.
El cuerpo de su esposo estaba colgado de una reja, aparentemente había intentado escapar de sus asesinos, pero no pudo; no tenía sus pertenencias, por lo cual la dama cree que los delincuentes supieron que había cobrado y lo robaron. Además asegura que era una persona trabajadora que no se metía con nadie.
Tenía tres años viviendo con ella y se había encargado de la crianza de sus dos hijos que ahora tienen 4 y 6 años de edad. Lo querían tanto que le decían papá.
Con el dinero de la liquidación tenía planes de completar para comprar un terreno en Las Veritas, en donde quería construir una vivienda para su pareja y los niños. La víctima fatal era el mayor de tres hermanos.
José Gil, primo de la víctima fatal, al conocer la trágica noticia se vino de Puerto Cabello, lugar donde actualmente labora. Contó que Barrios más que su primo era hermano, hace dos meses que se vieron por última vez y compartieron. Para él es bastante doloroso tener que despedirlo de está forma.
Gil dio fe que su primo era una persona buena. Lamenta cómo la delincuencia le arrebata la vida a una persona inocente y trabajadora.
Por un gallo
“¡Ah mundo mi chiquitico… te fuiste mi bebé, mi niño precioso…”, eran las palabras de la señora María Acosta de González, quien expresaba su dolor en voz alta, en las afueras de la morgue, mientras miraba la foto de su nieto, a quien crió desde los siete años, y quería como si fuera un hijo.
Julio César Acosta Jaime (20) fue asesinado en la calle 1 del sector Las Tunas, a las ocho de la noche del viernes.
Acosta cuenta que su nieto trabajaba desde hace muchos años en una tostonera por el Terminal de Pasajeros, tenía dos semanas que no prestaba sus servicios porque estaban remodelando y el joven Acosta Jaime aprovechó el tiempo libre para dedicarse a su pasión, que eran los gallos. Tenía varios en su casa y se los llevó hacia la zona Norte donde conoció una personas para prepararlos para peleas.
Hace cuatro días, aparentemente, Acosta Jaime sostuvo una discusión con otro joven por un gallo, pero este juró vengarse. Sin embargo el joven no se tomó la amenaza en serio en inclusive no se lo comentó a nadie.
Acosta Jaime era un joven con muchos planes a futuro. Tenía su novia desde hace cuatro años y su suegro les había prometido darle una casa por el Norte: quería montar una cochinera y continuar con el negocio de los gallos. El joven estaba compartiendo mucho en Las Tunas, hasta se quedaba en casa de un señor a quien llaman Juan.
Argelia Sánchez, pareja de Acosta Jaime, relata que ella siempre lo acompañaba para todos lados. El viernes lo vio por última vez a las 10 de la mañana; ella le insistió en que se vinieran pero él no quiso. Diez horas después recibió una llamada telefónica: le avisaban que habían asesinado a su novio en la casa del señor Juan.
La versión que se pudo conocer por la señora Acosta es que su nieto se encontraba cenando y el señor Juan le preguntó si iba a dormir. Él le dijo que sí porque se quería parar temprano. En eso una persona se acercó a la reja y cuando Acosta Jaime salió, se trataba de un joven. Por la oscuridad de la zona no se distinguía, además cargaba una gorra que le tapaba la cara. Le preguntó si el señor Juan se encontraba; el joven le dijo que sí y hasta el visitante le pidió que se lo buscara.
Antes que diera la vuelta a través de la reja metió un arma de fuego y le disparó en el estómago. Aún herido Acosta Jaime dio la espalda para intentar escapar, pero el pistolero accionó nuevamente el arma en contra de él y le dio por la espalda, acabando con su vida en un segundo.
La abuela de la víctima fatal presume que fue quien le juró la muerte la persona que lo asesinó, pues jamás su muchacho había tenido algún problema. Todos sus allegados estaban sorprendidos por la noticia y fue en Las Tunas, que se enteraron de la discusión y amenaza de la cual fue víctima.
“No sabemos qué pedirle a las autoridades; no sabemos a quién hay que tenerle más miedo si al Gobierno o a los asesinos, porque un día los agarran y ya al otro están sueltos”, exclamó la abuela quien estaba bastante afectada por lo sucedido.
Funcionarios del Eje de Homicidios del cuerpo detectivesco trabajan ambos casos ocurridos en la zona Norte de Barquisimeto.