Escribir libremente es el camino que solo puede hacer quien sobre él transita. En cuestión de lectura cada uno busca lo que le gusta, lo que prefiere, que lo entretenga, lo adiestre, lo acompañe, lo divierta o lo ponga a pensar.
Apunta la aguja que marca el tiempo hoy jueves, anunciando que habrá poco sol. Con sus mantos de agua y de sombras, se vuelven negras las nubes allá arriba.
En este día de lluvias, sin remedio regresa a mi mente un pedazo de la historia que de la tierra del indio narrara Madariaga, cuando llegaron a nuestro continente aquellos primeros invasores, “cuyas carabelas aparecieron alterando el ensueño de la isla, de aquella madrugada fatal que cerraba para siempre la era de paz de nuestros antepasados, en los jardines de su alma”.
Solos van quedando los caminos del indio que hoy hurga la nostalgia en mi memoria. Se quedaron mudos los cantos que chorreaban arcilla, musgos y humaredas. De la evocación llegan a mí sus ecos melancólicos, atrás quedaron sus oráculos,sus lanzas, el noble perroy también las manos de aquellos con los que se iba de cacería. Hacen eco en la colinalos gritos del indio y los ladridos de aquellos fieles animalesque fueron ayer como son hoy amigo fiel y seguro compañero del hombre. Son evocaciones que estremecen, cuando los roces de la brisa errantenos traen al corazón sus imágenes, de vez en cuando.
Desde el fondo del recuerdo llegan a mínotas de aquella canción ecuatoriana “Vasija de barro” cuyo recuerdo hace que brotedel fondo de mi corazón un largo suspiro que se alarga sinfin sobre mi pecho: “Yo quiero que a mí me entierren como a mis antepasados en el vientre oscuro y fresco de una vasija de barro. Arcilla cocida y dura, sombra de verdes collados, barro y sangre de hombres, sol de mis antepasados. De ti nací y a ti vuelvo, arcilla, vaso de barro. Con mi muerte yazgo en tu polvo enamorado”
La tierra en que nacimos tiene vida propia, se nutre de las manos que acarician su vientre, suturan sus heridas, la cultivan, la riegan y cuidan con esmero.
La mezcla de dos sangres en una,desembocaron en la pérdida originaria de nuestra identidad aborigen. Hija soy del español y del indio, pero es el indio hacia el que me inclino, indio que no morirá mientras en la sangre me quede un rasgo de él, habite en mi piel, en mi corazón y en cada espacio de mi cuerpo y de mi espíritu. Vengo del indio pacífico, pero igual soy heredera de su coraje que brota enardecido cuando me pinchan el alma los recuerdos de la esclavitud.Llevo en mis venasla valentía del conquistador y la bravura del indio que hoy igual que ayer se resiste a perder sulibertad y se opone a la invasión de sus tierras pagadas con sudor, esfuerzo y sacrificios.
Los ancestros me enseñaron a amar la tierra, a honrarla y defenderla. Aprendí a moldear el barro, a dibujar con sentimiento y hacer eterno el ciclo del amor por la nacencia. Ya no está el indio, tampoco los héroes de ayer, pero tenemos sus almas grabadas en las nuestras. Aprendimos que la gloriano se escribe sobre pizarra frágil.
Nacimos entre montañas y llanuras, donde el alma es libre.Con el morral a la espalda subimos la cuesta de nueva tiranía sus descendientes, somos bardos peregrinos de lo que el corazón del indio cantaba: Oh libertad que perfumas los caminos, ya llega y va llegando la redención del pueblo oprimido. El 6 de Diciembre se levantará la voz del indio exigiendocambio, paz y libertad. Saldremos victoriosos del largo sufrimiento.