Desde 1980, la obesidad ha aumentado en más del doble alrededor del mundo. En el año 2014, más de 1900 millones de adultos de 18 o más años tenían sobrepeso (39% de la población), de los cuales 600 millones eran obesos (13%), según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El doctor Saúl Hernández, cirujano general y especialista en cirugía laparoscópica avanzada y bariátrica, explica que “la obesidad viene en aumento. Se espera que para el año 2030 se dupliquen las cifras, pero esto es alarmante ya que por cada cinco unidades que aumente el índice de masa muscular del paciente, incrementa en un 30% la probabilidad de muerte de estas personas, sobre todo en niños y adolescentes”.
De hecho, para el 2013, más de 42 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso, siendo esta una acumulación anormal de grasa que puede ser perjudicial para la salud. “Lo ideal es combatir esta enfermedad desde la infancia y adolescencia con la fórmula de ejercicio y alimentación saludable caracterizada por una dieta hiperproteica e hipocalórica”, asegura el también miembro titular de la Sociedad Venezolana de Cirugía Bariátrica y Metabólica.
En la actualidad, cada vez más se ha popularizado la llamada cirugía bariátrica, que es una intervención que ayuda a los pacientes a bajar de peso, al cambiar la manera como el estómago y el intestino delgado manejan los alimentos consumidos. “Este procedimiento reduce la capacidad del estómago en 90% por vía laparoscópica. Es una técnica restrictiva, lo que significa que la persona va a disminuir su ingesta porque tiene un espacio mucho más reducido. Sin embargo, si el individuo no mejora sus hábitos alimenticios, puede reganar peso, perdiendo así la cirugía”, dice el especialista adscrito a Sanitas Venezuela.
No obstante, esta cirugía tiene sus indicaciones específicas, asevera Hernández. El paciente debe padecer obesidad extrema, con un índice de masa corporal mínimo de 35 o más, que tenga comorbilidades asociadas, como hipertensión, diabetes tipo 2, síndrome obstructivo del sueño, osteoartritis, infertilidad, dislipidemia, entre otras.
“El fin de esta cirugía es mejorar la calidad de vida y la remisión o cura de comorbilidades, como la hipertensión arterial y la diabetes mellitus tipo 2 que ocasionan tantas complicaciones crónicas y muertes a nivel mundial. En el caso de la infertilidad, por ejemplo, reducen los quistes en los ovarios, ya que aumenta la producción de estrógeno que estaba bloqueada por la resistencia periférica de la insulina”, comenta el adjunto del Servicio de Cirugía dos del Hospital Universitario de Caracas.
Recuperación en dos fases
Luego de la operación, el periodo de recuperación incluye una dieta por fases: la primera es dos días a base de líquidos claros; luego le sigue un periodo desde el tercer día al 20 de cremas y licuados; después del 21 la dieta es blanda; y dos semanas después, comida completa.
“El proceso de recuperación también incluye actividad física: el primer mes practicar ejercicios isométricos en casa con ligas y mancuernas, el segundo mes realizar caminatas cortas en terrenos planos y el tercer mes ejercicio cardiovascular completo, que debería convertirse en una práctica habitual, al igual que alimentación hiperproteica e hipocalórica”, explica el doctor Saúl Hernández.