La hiperinflación

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La hiperinflación es un fenómeno monetario que ha sido analizado desde hace más de cien años. Los primeros estudios se lo atribuyen al economista austríaco, posteriormente norteamericano nacionalizado, Ludwing Von Mises, quien en 1912 en su libro La Teoría del Dinero y del Crédito, explicaba cómo funcionaba la inflación y señalaba los casos extremos de destrucción monetaria, como la hiperinflación.

En 1956, Philip Cagan, economista norteamericano, escribió La dinámica monetaria de la hiperinflación, donde la definía como una inflación mensual no menor de 50%.

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La literatura económica disponible señala a Alemania como el primer país donde ocurrió este fenómeno monetario en el año 1923, después de finalizada la Primera Guerra Mundial, que causó un caos en la devastada economía europea. Asimismo, en 1946, Hungría sufrió altas tasas de inflación como consecuencia de la excesiva impresión de dinero para suplir sus mermados ingresos fiscales.

En América Latina la hiperinflación nunca alcanzó tasas extremas de más de seis cifras de crecimiento anual, como sucedió en aquellos países europeos. Sin embargo, algunos estudios realizados por el economista norteamericano Steve Hanke demostraron que la tasa media de inflación anual durante el período 1972-1987 fue de 166% para Brasil, de 257% para Argentina, de 602% para Bolivia, de 2789% para Perú y de 3710% para México.

Incluso a finales de los años ochenta se produjeron en Argentina y Perú algunos motines con asalto por parte de personas procedentes de los barrios más pobres, a tiendas de alimentación. En 1994, debido a la desintegración de Yugoslavia y su posterior guerra interna entre Bosnia y Serbia, se produjo uno de los mayores fenómenos de hiperinflación de la historia, al registrarse una tasa totalment  fuera de control, superior a 5.000.000.000%. En otras palabras, los precios de los productos se duplicaban todos los días.

Más recientemente, algunos datos de noviembre de 2008 estimaban que en Zimbawe se registró la astronómica tasa de inflación de 89.700 millones por ciento al año. Como anécdota triste, cabe recordar que su dictador, Robert Mugabe, dictó un decreto castigando con cárcel a aquellos que se atrevieran a opinar públicamente sobre la inflación. Luego de estas rápidas consideraciones históricas, pasemos a intentar definir el tema que nos ocupa.

Un primer concepto muy sencillo puede ser el siguiente, según Wikipedia: “La hiperinflación es un crecimiento extremadamente rápido y fuera de control de la inflación”. De acuerdo con el economista norteamericano Jeffrey Sachs, las hiperinflaciones son casos muy raros en las economías mundiales.

Apenas se habían registrado veinte episodios hasta el año 2000 en toda la historia económica mundial conocida. Antes se asociaban con las guerras y trastornos políticos, pero los casos que se presentaron en América Latina dieron al traste con esa hipótesis inicial. La definición usada por la mayoría de los economistas se resume en “un ciclo inflacionario sin tendencia al equilibrio”. Esto último es lo más peligroso de este fenómeno monetario. Es una situación en que los aumentos de precios están tan fuera de control que el mismo concepto de inflación no tiene sentido, pues el aumento pernicioso y permanente de los mismos es tan distorsionante que la población no termina de asimilar esta perversa espiral.

En adición, pudiera señalarse que no existe un acuerdo común sobre la definición numérica de la hiperinflación. A mediados de la década del ’50, Philip Cagan fue el primero en cuantificarla en un porcentaje del 50% mensual, como se señaló al comienzo. Economistas contemporáneos han flexibilizado esta cifra y señalan que cuando una economía alcanza durante un período determinado, generalmente de un año, una tasa de inflación superior a los tres dígitos, dicha economía se encuentra en un proceso hiperinflacionario. Según el primer criterio del economista norteamericano, nuestro país no se encuentra ante este fenómeno. Sin embargo, si tomamos en cuenta el segundo método de cuantificación, podría señalarse que la economía venezolana atraviesa por una etapa de hiperinflación incipiente, que lamentablemente se irá robusteciendo en los próximos meses, a menos que el Gobierno tome medidas heroicas en materia de políticas cambiaria, fiscal y monetaria.

Finalmente, pero no menos importante, veamos algunas de las causas de este perverso impuesto, como también se le denomina.

Milton Friedmann, premio Nobel de economía, señaló que “la causa principal de la inflación es siempre el crecimiento excesivo de la oferta monetaria”. Y la principal causa de la hiperinflación es un aumento exponencial de la cantidad de dinero en circulación que no se corresponde o no está apoyado por un crecimiento en la producción de bienes y servicios si no en una decisión administrativa del Estado de emitir dinero inorgánico. Sólo en lo que va de 2015, el Banco Centro de Venezuela ha inyectado a la economía más de 700 millones de bolívares sin respaldo, mientras que según cálculos del Fondo Monetario Internacional y de la Cepal, la producción nacional decrecerá este año entre 5 7 7%. Huelgan más comentarios.

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