A cuatro meses de las elecciones de la Asamblea Nacional, es mucho el trabajo que tienen las diversas fuerzas políticas para convencer a los electores de que voten por sus candidatos. En líneas generales, las campañas electorales constituyen procesos comunicativos cuyo fin último es obtener el voto de los ciudadanos. En la coyuntura tan difícil que vivimos y ante los serios problemas de gobernabilidad que experimenta el país, es preciso entender que una campaña electoral como la que viene no es en ningún sentido tradicional y, por ende, requiere mucho más que marketing político, jingles pegajosos y candidatos abrazando a niños y ancianos.
Lo central en este caso será la definición de los temas de la agenda que regirá a lo largo de la campaña y que necesariamente tienen que ver con aquello que los electores consideren importante. Las últimas mediciones de opinión pública indican que la escasez y la inseguridad son los principales problemas de los venezolanos, además del alto costo de la vida ante la pérdida del valor de la moneda. La crisis es tan aguda que está produciendo la despolarización de la población porque todos los ciudadanos se están viendo afectados por ésta.
Además, existe un importante porcentaje, cercano al 30% de la población, que no se identifica ni con el oficialismo ni con la oposición y que también está profundamente descontento con la situación actual.
Ahora bien, la realidad es que hasta el momento la agenda del PSUV y de la Mesa de la Unidad Democrática está lejos de los problemas de la gente. Analicemos primero el caso del PSUV: Su agenda es netamente político-partidista, signada por consignas que se repiten sin cesar como la “guerra económica” como responsable de la crisis económica y el desabastecimiento del país.
El asunto es que esta explicación tiene escasa credibilidad incluso dentro de las filas oficiales.
El PSUV se encuentra en una difícil encrucijada porque asiste a su segunda elección sin su líder fundamental, con elagravante de que el actual Presidente se encuentra en un punto muy bajo de popularidad.
Asimismo, el PSUV no puede mostrar logros de gestión, como hacen generalmente los gobiernos, porque la desaprobación de la gestión es de más del 80%. Lo que hemos visto ahora es la reedición de estrategias electorales pasadas, como lo es la promesa de vivienda para todos a través de la Gran Misión Vivienda.
En el caso de la Mesa de la Unidad Democrática, continúa atada al tema de los presos políticos. Si bien resulta loable la lucha que se ha emprendido por estos ciudadanos, éste no debe ser un tema que monopolice el discurso de la organización y de sus candidatos. Este tema es muy sensible para el electorado que se considera opositor, pero cede terreno frente a los sectores independientes, pro-oficialistas y oficialistas. En consecuencia, de continuar con esta estrategia la MUD estaría enfocada en convencer a los ya convencidos y no a la mayoría del electorado.
El reto de la alianza partidista consiste en presentarse como la alternativa de inclusión de todos los venezolanos en un proyecto político.
Aún no comienza la campaña electoral y ambas opciones políticas están a tiempo de diseñar nuevas estrategias electorales. Esto se logra a través de la combinación de la personalidad y presencia de los candidatos con los temas que le interesan a la gente y de los que quiere escuchar hablar. La conexión se logra a través de un discurso que esté en sintonía con la agobiante realidad del venezolano y que a su vez proponga soluciones. Los temas se supeditan al escenario electoral y no a los deseos o intereses de los partidos y candidatos.
Si bien es cierto que la Asamblea Nacional legisla y no diseña ni instrumenta políticas públicas, su correcto funcionamiento apegado a la Constitución constituye un importante contrapeso político. Estudios realizados hace un par de meses por el Centro de Estudios Políticos de la UCAB reflejan que por primera vez en muchos años los ciudadanos no vemos el futuro con optimismo y pensamos que la Venezuela de nuestros hijos será peor que la nuestra. Este es un dato a tomar muy en cuenta para los aspirantes a diputados porque en definitiva las campañas también se tratan de sembrar esperanzas.