Lo comparan con Pedro J. Díaz, maestro de la crónica social. Hizo de esa reseña, rutinariamente frívola, trivial, un retrato literal de los claroscuros de la sociedad, especialmente la caraqueña, conquistada por él en los lances de la finura, del cotilleo. Registró los instantes en que la lujuria y sus torcidas ambrosías se instalaron en los hábitos del ancien régime, en la mente de una impúdica facción de redentores con dos caras: una para las gradas, otra para ser llevada en los secretos aposentos del poder, y del placer. Es el periodista Roland Carreño. Elegante espadachín del susurro. Cuatro idiomas. Tres hijos adoptados. 834K seguidores en Twitter. Sinónimo del glamour y la urbanidad, en un país que se cae a cascarones polvorientos, cenizos, martillado por la tosquedad y el desaliño.
-Roland Carreño. ¿Ese es su nombre de pila o artístico?
-Es mi nombre real: Roland Oswaldo Carreño Gutiérrez, aunque en Aguada Grande me dicen Oswaldo, Oswaldito; pero sigo siendo el mismo.
-Se sabe poco de sus padres.
-Mi padre, José Baudilio Carreño, era mecánico automotriz, el famoso gago de la carrera 1 de Barrio Unión. Mi madre, una muchacha de Aguada Grande, Josefina, creo que fue una de las primeras mujeres estudiantes de informática, en aquellas máquinas IBM enormes, haciendo las tarjetas. Se divorciaron muy temprano, yo tendría dos años cuando se inició ese proceso. A mi mamá le salió un trabajo en Estados Unidos, en Boston. Trabajó cinco o seis años allá, y yo en Aguada Grande, con mi abuela y mi bisabuela, en un mundo absolutamente increíble, que es la base de lo que soy, de mi sensibilidad.
-Llegó a Caracas en la adolescencia.
-Mi mamá regresó al país en el año ’75 y se casa con mi padrastro maravilloso, Francesco Miranda, italiano. Yo estaba terminando sexto grado en la escuela Pío Tamayo, de Aguada Grande; esperaron, y me voy a Caracas a los 13 años, para empezar a estudiar bachillerato.
-Estudió en un liceo militar.
-En el Liceo Militar Monseñor Arias.
-Fue brigadier de batallón.
-¡Primer brigadier de batallón!, imagínate tú. Eso me inculcó disciplina, el tema de los horarios, el uniforme impecable, las botas pulidas, levantarse a las cinco y cuarto con el toque de diana, la cama bien tendida. Afortunadamente sólo me quedaron esas manías militares.
-¿Desde Aguada Grande arrastra su devoción por el gramour, la etiqueta?
-Yo creo que eso tiene que ver con los dos personajes que te mencionaba: mi abuela y mi bisabuela, unas señoras que en su condición humilde siempre tenían un momento para sentarse a la mesa, para la corrección. Las carencias materiales no son óbice para que la gente haga lo que le da la gana, me decían ellas. Mi mamá también era muy exigente. Después vino la influencia de maestros como María Cecilia Oropeza, Alba Pérez Ocanto, Víctor Rivero, Gloria Tirado, gente de la vieja escuela pedagógica venezolana que más allá de darte la clase de historia, de ciencias sociales, de moral y cívica, te enseñaba a conducirte en la vida, los valores de la formalidad, el respeto.
-Es lo que quiso recoger en el Manual de Roland Carreño, inspirado en el otro manual, célebre pero en desuso, el de Manuel Antonio Carreño.
-El mío es un manual de urbanidad actualizado. La educación, los valores permanecen en el tiempo y en el espacio. Yo conozco, especialmente en estos tiempos de riqueza súbita, gente con muchísimo dinero, absolutamente grosera, irrespetuosa, vulgares en su comportamiento, en su conducción ciudadana.
-¿Qué hace un cronista social metido a político? ¿Cómo opera ese desdoblamiento?
-Fui durante 16 años el cronista social de El Nacional, pero con todo y eso el periodismo es una profesión integral, un vehículo que me conecta con el país que yo quiero, con los dramas de la Venezuela que debemos superar. Además, el periodismo es en esencia político. El hecho de comunicar, contarle cosas a la gente, y ayudar, es algo fascinante. La curiosidad es una pasión que me acompaña desde niño. Eso quedó plasmado en el programa Buenas Noches, donde hicimos un periodismo informativo, aunque de una manera humorística.
-Sus crónicas traspasaron el oropel para denunciar y retratar los rincones palaciegos al descuido, los feos postizos de una sociedad infectada.
-Lo hablaba alguna vez con Simón Alberto Consalvi. En la crónica social hay elementos historiográficos y sociológicos muy importantes, cuando se ve la crónica como tiene que verse. Más allá de echar el cuento de un matrimonio, quiénes estaban, cómo se movían allí los hilos del poder. Se retratan los ascensos y descensos de las élites, las luces y las sombras de esos personajes. En la columna Gritos y Susurros hice intentos por mostrar justamente a esa gente que de pronto estaba comprando casas, que llegaba a los restaurantes en unos carrotes, señoras con carteras de 2.000 y 3.000 dólares, cuando están pregonando el socialismo, la solidaridad, la justicia social.
-Por uno de esos susurros debió salir de El Nacional.
-Por presiones. Esa crónica la titulé Bajo el Influjo de Pavarotti. Un rico empresario ligado al chavismo, Wilmer Ruperti, ofreció un concierto en el Teresa Carreño, con el tenor Luciano Pavarotti. Yo observaba cómo la sociedad venezolana, la vieja política, estaba allí con los nuevos jerarcas, con el nuevo poder, obnubilados todos por aquella maravillosa voz, como si Pavarotti hubiese adormecido la conciencia. Me preguntaba si las luchas, los consensos políticos, se dirimían en el Teresa Carreño, y describí a un personaje que se movía como un tiburón, como lo ha hecho siempre en los mares de la Tercera y la Cuarta, y probablemente también en la Sexta República. Fulanita de tal, con sus pestañas enormes, mirando hacia el horizonte del teatro, como en una suerte de triunfo de la vanidad, en medio de las circunstancias de angustia que vivía el país. Eso generó polémica. En la mañana me llamó uno de los editores del periódico y me dijo: Oye, ¡qué estupenda esa crónica que hiciste! Y en la tarde me dijeron: Estás despedido.
De Hola a la diatriba política
-¿Cómo hacer que el larense lo asimile de repente como un discurseador de conflictos cotidianos, pedestres, viniendo de Blitz, de Look Caras, ahora de la revista Hola, de ese mundo superficial, tan mortalmente plástico?
-Esa pregunta me la han hecho algunos amigos. Yo lo que digo es que mis paisanos deben verme como un ejemplo modesto de superación. Pensar más bien: cónchale, este muchacho de Aguada Grande, de un pueblo con una calle que sube y otra que baja, logró empinarse por encima de dificultades. El hecho de que yo escriba crónicas sociales, que le haga una entrevista a Ángel Sánchez, a mi amiga Carolina Herrera, a Mayela Camacho, a un pintor, a una modelo, no significa que esté desconectado de lo que pasa en el día a día de mi país.
-Del periodismo rosa a las asperezas del insulto, la descalificación, la intriga. De las pasarelas de Los Ángeles, Miami, París, Nueva York, a los tunales de Carora, las serranías de Cubiro, las llanuras de Quíbor…
-Es que aunque yo he estado en las pasarelas de Nueva York, Londres, París, en las fiestas más importantes del mundo, y tengo amigos en la realeza, en la aristocracia europea, en el mundo de la moda; eso jamás me ha desconectado de mi mundo. Aguada Grande es mi cable a tierra. Cuando voy pasando Bobare me estremece su eterna sequía. Veo a la gente pasando piñas de un camión a otro, y me pregunto: ¿Por qué no tenemos un centro de acopio moderno? Mirando las casitas cuando paso por Las Brujitas, por los lados de Potrero de Ramírez, Potrero de Bucare, yo digo: ¿Hasta cuándo esto?, si éste es un país con suficientes recursos económicos y humanos, para un auténtico progreso. Yo, a mis 49 años, casi 50, me siento capacitado para ayudar en esa transformación. Siento que tengo cosas qué decir, y maneras de comunicarlas.
-Pero usted ha escrito líneas confesionales como ésta: “Siempre estuve ligado a las pasarelas, a la vida de los ricos y famosos, al cotilleo mundano (…)”
-Sí, porque ese es un hecho. Eso no lo puedo negar, forma parte de mi bagaje, de mi background. Pero lo que yo digo es: ¿Ese dato real, fáctico, demerita el hecho de que yo quiera luchar por mi país? Yo puedo quedarme en las pasarelas europeas, puedo instalarme mañana en Miami. Mi hermana vive en Escocia, tiene un estupendo apartamento. Nosotros tenemos un apartamento en Italia desde hace muchos años, a través de mi padrastro, pero yo estoy aquí, éste es mi lugar. Me invitan a miles de lugares en el mundo y prefiero estar en Sanare, mirando las ruinas de Belén en El Tocuyo, hablar con los tejeros de Alemán. A mí el hecho de lo larense me llena, como ser humano.
-¿Cómo será su disfraz de político, veremos a un Roland Carreño sudoroso, con sombrero de paja, saltando charcos, besando viejitas?
-No me voy a poner sombrero de paja, ni alpargatas. Voy a ser el mismo Roland Carreño. Aquí me estás viendo con un blazer, porque, como decía, creo que Jacinto Benavente: Pompa y circunstancia.
-Estamos condenados a que entre los diputados de Lara a la Asamblea Nacional salga un Carreño (Pedro) y entre otro? ¿Es un trueque de Carreños?
-Pero a aquel lo mandaron al Delta. Los larenses tienen la oportunidad de escoger un Carreño bueno por uno malo.
-Le toca bregar en un circuito disperso, inabarcable. ¿No es una pasarela muy grande?
-Es el quinto circuito más grande del país y llevo como compañera a Sobella Mejías. Hubiera sido más fácil que me pusieran en el circuito 1, o ir por Chacao, por la zona norte de Valencia, pero nada me place más que ir por el circuito donde está mi ombligo: Aguada Grande, en el municipio Urdaneta.
-Ese circuito es una hegemonía oficialista. En las elecciones presidenciales de 2013, Maduro venció a Capriles por amplio margen en los seis municipios. La diferencia a favor del oficialismo fue de 12 puntos. Después, en las municipales, fue de unos 11 puntos.
-Eso ha cambiado. En 2010, si Falcón no hubiese presentado aquellos candidatos del PPT, si se hubiera dado la unidad, habríamos ganado en Torres, Crespo, Jiménez. Esos son los números fríos, pero también persiste ahora un drama social cada vez más agudizado. El tema de la escasez, la salud, la inseguridad. El hiperlíder no está presente. Las misiones perdieron fuerza.
-Usted se topará en la campaña con su adversario principal en ese circuito, Julio Chávez. Quizá hasta lo rete a un debate.
-Cómo no. Estoy listo.
-Sería un debate muy desigual. No pueden ser más dispares su estilo y el de Julio Chávez. ¡La etiqueta versus la ordinariez! Pero una ordinariez que llega, que está de moda. Hoy la gente celebra eso. La chabacanería, la etiqueta del mal gusto.
-Si ese debate se da, se verá qué ha hecho Julio Chávez en estos cuatro años como legislador, y qué he hecho yo, incluso, sin ser legislador. Eso va a permitir que la gente contraste estilos, maneras de actuar en la vida. Detrás de esas actitudes se esconde autoritarismo, ignorancia, chambonería, que la adornan con una suerte de vozarrones arrogantes, groseros.
-Las tesis económicas de Julio Chávez son asombrosas. Le costará superarlo. Ha dicho que el bolívar es la divisa más fuerte en el planeta Tierra. Que si se toma en cuenta el oro, el coltán, un bolívar debería valer seis dólares.
-Lo cierto, ahora, es que la moneda la usan para hacer arandelas. Ahí tienes el ejemplo de los países nórdicos: control sobre la riqueza en el sentido de la distribución equitativa, para generar justicia social. No es que controla lo que se va a producir, y dar las cartas agrarias a capricho, exigiendo comisiones en dólares que van al mercado cambiario, porque es el negocio que han hecho muchos, y Julio Chávez sabe muy bien eso. Y Ferrer, no te quiero contar. (Se refiere a Germán Ferrer, candidato del PSUV a diputado por el circuito 2).
-¿Qué es lo que sabe Ferrer?
-También sabe esos cuentos, de la riqueza súbita.
-¿Sabe de riqueza súbita en primera persona, o en tercera?
-Es que aquí las hay en primera persona, en el yo, en el pronombre nominal, ¡en todas!
-Alcides Rodríguez acaba de escribir en Aporrea que el triunfo de Julio Chávez en las primarias fue “una victoria de los indignados del PSUV” en Lara, al vencer a la “podrida” maquinaria, a la “derecha endógena” que apoyaba a Ferrer.
-Esa es la procesión que lleva el PSUV por dentro. Hicieron primarias para elegir 25% de los candidatos de todo el país. Y además, a los perdedores los terminaron metiendo también, como es el caso de Ferrer. Allí hay un desencuentro sobre la base de los negocios, de que me quitaste este contrato, el drama de la relación personal con el poder, por ver quién domina; pero eso no tiene nada qué ver con la gente.
-No es una depravación exclusiva del PSUV. Mire usted el deplorable espectáculo que está dando Copei. Pusieron en manos del TSJ la escogencia de sus planchas y de su directiva.
-Y además, en qué clase de TSJ. Si se tratara de un Tribunal Supremo que actúa apegado a la ley, pero es que aquí se le ven las costuras a las decisiones que toma, al momento en que las toma, para generar conflictos en la unidad democrática.
-¿No cree que a la MUD le falta entereza a la hora de defender a los presos políticos?
-En el caso de Voluntad Popular es una de las banderas más fuertes, y ha promovido movilizaciones en el mundo entero, especialmente por el hecho de que su principal líder está preso. Pero, yo diría que sí, hace falta ser más frontales, más exigentes, no dejar pasar tantas cosas, ni quedarse meramente en un comunicado. La bandera de los derechos humanos debería ser de todos.
-Es difícil imaginarlo a usted lanzando unos buenos ganchos de izquierda en las refriegas del hemiciclo de la Asamblea Nacional, como se lució Alfonso Marquina.
-Bueno, que se preparen, porque he lanzado los míos por allí, de vez en cuando.
-¿Apoyaría el proyecto de ley que consagra la unión matrimonial entre parejas del mismo sexo?
-Claro, por supuesto. Esas cosas están allí. Esos debates tienen que abrirse: el tema del aborto, la eutanasia, el matrimonio igualitario. Ya sabes que viene como candidata, por el Distrito Capital, Tamara Adrián (abogada, primera candidata transgénero en la historia política venezolana). Los derechos de gays, transgéneros, lesbianas, deben ser resguardados. Son seres humanos que forman parte de la sociedad. ¿Por qué no tienen que ser tomados en cuenta?
-Pareciera que la sociedad venezolana no está preparada para esa apertura. La reacción de las iglesias, sobre todo la evangélica, ha sido muy agria. La de la Iglesia católica ya se sabe cuál es.
-Yo creo que en el caso de la Iglesia católica deben remitirse a lo que ha dicho Su Santidad el Papa Francisco. El hecho de que tu preferencia sexual sea tal o cual, ¿te impide disfrutar de derechos que deben ser para todos? Gente que vive en pareja, lesbiana, gay, que han hecho una comunidad económica fuerte, ¿qué pasa cuando eso se acaba? ¿Me lo quedo yo, o te lo quedas tú?, ¿no tengo protección del Estado frente a eso? Yo considero que deben estar protegidos, ¿no?
-Ya en el oficialismo, antes tan homófobo, varias voces se han apresurado a mostrarse a favor del matrimonio igualitario. Al parecer son muchos votos los que están en juego.
-Esa es una corriente en el mundo que va a terminar imponiéndose. Yo le decía a alguien en estos días: ¿A ti te preocupa que esa ley se apruebe, que se le conceda derechos a todos por igual, a la comunidad gay, transgéneros? ¿Te preocupa a ti, por qué? ¿Te afecta a ti, en lo personal?
-¿Qué es lo peor que podrían decirle a usted?, en el fragor de la campaña y en los brutales debates que se dan en la Asamblea Nacional. ¿Para qué esta preparado?
-Estoy preparado para todo. ¿Qué me pueden decir? Ahora, lo que tienes es que estar pendiente no de lo que me digan, sino lo que voy a responderles yo.