La frase resuena en el ámbito de nuestra universidad a raíz de haberla adoptado la asociación gremial en las últimas protestas en la defensa de los derechos de los profesores a un trabajo digno, luego de haberse generalizado en el ambiente político que ha vivido el país en los últimos años. Intenta unificar el espíritu de cuerpo y la unidad que debe prevalecer en torno a las acciones y estrategias que se tracen para alcanzar los objetivos, nucleando a los interesados para efectos de una participación activa, consciente y efectiva.
En el caso del Instituto de Previsión de los Profesores de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, debería tener igual pertinencia al ser enarbolada por los empleados, exactamente, en la defensa de sus derechos laborales frente al patrono: las autoridades universitarias y los directivos de la Capuca, y de la propia Apucla. Por más paradójico y contradictorio que resulte, sobre todo en la actual coyuntura de lucha y protestas recurrentes justificadas.
La fundación del Ipspuco corre paralela al resto de este tipo de instituciones. Se materializa sobre la base de la obligación que tiene el Estado y la Universidad de garantizar la salud a los profesores, consagrada en la Ley de Universidades. Cuando los gremios plantean tal demanda, las autoridades universitarias acuerdan compartir responsabilidad y delegan la organización de los servicios de salud, en forma conjunta con los gremios. La idea de unidad y beneficio de todos está presente en los diferentes modelos que se adoptan para materializar tal derecho.
En nuestro caso, a quienes tocó instrumentar dicho acuerdo lo hicieron bajo una visión extraordinaria, distinta, unificadora de la seguridad social, para darle sustentabilidad en el tiempo a la entidad que se estaba creando, mediante la participación tanto del Comité como de la Junta Administradora de: la Universidad (aporte patronal del Estado); la Caja de Ahorros (aporte profesoral, vía dividendos), además del aporte individual; y el apoyo gremial, a través de la vigilancia, rendición de cuentas, administración eficiente y acciones reivindicativas.
Bajo esa concepción integradora de los intereses de los profesores universitarios, Apuco-Capuco-Ipspuco, se convirtió en una referencia nacional que inspiró la organización de servicios similares y la experiencia fue documentada y sistematizada, incluso en proyectos de investigación y tesis de grado, validándola.
Estuvimos al frente de esa institución y al igual que otras directivas posteriores dimos continuidad a esa visión. Desde la Fapuv, reforzamos la premisa: las reivindicaciones laborales obtenidas son extensivas a todo el personal que labora en nuestras instituciones. Sin discriminación y en un clima de armonía. Nunca se asomó la posibilidad de crear un sindicato. La negociación funcionaba.
Hoy, la situación es radicalmente distinta. La incidencia sobre la calidad de los servicios desmejora, sin advertir que está en juego el futuro del Ipspuco.
Con conocimiento de causa, con el respeto que nos merecen los colegas y amigos del Consejo Universitario, al igual que los de Capucla y de Apucla, les hacemos un llamado para atender la situación planteada por los médicos, empleados y obreros en defensa de sus derechos, mediante el diálogo. Estamos a la orden. Procuremos la sindéresis. Ipspuco somos Todos.