El multimillonario Donald Trump sacudió con su tono combativo el primer debate entre aspirantes presidenciales republicanos con declaraciones bravuconas y agresivas, pero el encuentro también sirvió de recordatorio de que la contienda no está resuelta y carece aún de un favorito definido.
Cuando el jueves en la noche le preguntaron en los primeros minutos del debate si podía descartar su postulación para la Casa Blanca como candidato independiente, Trump dijo: «No voy a prometer nada en este momento».
Tampoco quiso disculparse por sus comentarios groseros hacia las mujeres, defendió su cambio de posturas políticas y también riñó con los moderadores del debate.
Si Trump se postulara para una tercera fuerza política quizá dividiría el voto republicano y contribuiría a una victoria electoral de la puntera a la candidatura presidencial demócrata, Hillary Rodham Clinton, cuyo partido lograría un tercer periodo consecutivo en la Casa Blanca.
Durante la sesión de dos horas, Trump puso fin a las conjeturas de que reduciría el tono divisivo de su discurso que muchos auguraron arruinaría su campaña, pero pasó lo contrario, lo posicionó rápidamente en lo más alto de las encuestas.
También manifestó que no tiene tiempo para ser políticamente correcto y que lo único que hizo fue aprovechar las leyes cuando cuatro de sus empresas incurrieron en bancarrota.
Trump fue el único de los 10 precandidatos que levantó la mano cuando el anfitrión de Fox News preguntó quién no se comprometía a apoyar a quien finalmente sea el abanderado republicano.
Esto encolerizó al senador de Kentucky, Rand Paul, quien afirmó que el multimillonario «protege de antemano sus apuestas porque está acostumbrado a comprar políticos».
Durante el resto del debate, los aspirantes no aportaron prácticamente nada nuevo y optaron por aprovechar el espacio para reiterar sus posiciones bastante conocidas. Sólo 10 de 17 precandidatos fueron invitados a esta gran presentación; los otros siete quedaron relegados a un foro previo al debate.
A 15 meses de los comicios, Trump tiene remotas posibilidades de suceder al presidente Barack Obama. El debate fue una prueba crucial para el magnate, cuyo estilo impredecible y posturas políticas inmaduras dejan entrever que no encaja en ninguna de las vertientes del Partido Republicano.
Trump parece atractivo para algunos republicanos frustrados con Washington y los políticos de carrera, pero otros temen que sus excentricidades y sus declaraciones estrafalarias —que si los inmigrantes mexicanos son «delincuentes» y «violadores» o que ponga en duda el historial de guerra del senador John McCain— empañen la imagen del partido frente al público estadounidense.
Los precandidatos republicanos escenificarán otros cinco debates formales previstos antes del inicio de las elecciones primarias en febrero.
Por su parte, el Comité Nacional Demócrata anunció que el primero de los seis debates entre los precandidatos tendrá lugar el 13 de octubre en Nevada.