Los católicos divorciados que vuelven a casarse y sus hijos merecen un trato mejor de la Iglesia católica, dijo el papa Francisco el miércoles, y advirtió a los párrocos en un discurso que estos católicos no son excomulgados, aunque en ocasiones se los trate como tales.
La tradición católica indica que los católicos divorciados que vuelven a casarse viven en pecado, y no tienen permiso para recibir la comunión. Muchas de estas personas se sienten abandonadas por la Iglesia.
El énfasis de Francisco en la importancia de la misericordia para el liderazgo de la Iglesia ha despertado esperanzas entre muchos católicos divorciados de que levante el veto a la comunión. Los católicos divorciados que no forman una nueva unión sí pueden comulgar.
En los próximos meses el Vaticano realizará una reunión de un mes sobre problemas familiares, continuación de un encuentro similar el año pasado que despertó esperanzas entre católicos divorciados y vueltos a casar de que se levantaría rápidamente el veto.
En sus declaraciones más recientes sobre el divorcio, Francisco no llegó tan lejos, pero insistió en un cambio de actitud en la Iglesia. «¿Cómo nos ocupamos de aquellos que, tras el fracaso irreversible de su lazo familiar, formaron una nueva unión?», se preguntó.
«La gente que inició una nueva unión tras la derrota de su matrimonio sacramental no está excomulgada y de ninguna manera debe ser tratada de esa manera», dijo Francisco a peregrinos y turistas en su primera audiencia general después de unas vacaciones de verano. «Siempre pertenecen a la Iglesia».
El pontífice reconoció que el magisterio de la Iglesia se opone a «formar una nueva unión» después del divorcio.
«La Iglesia sabe bien que esa situación contradice el sacramento cristiano» del matrimonio. Pero siempre debe «buscar el bienestar y la salvación de las personas», afirmó.
Se preguntó cómo la Iglesia puede insistir en que los niños de matrimonios fallidos sean educados por sus padres «con el ejemplo de una fe convencida y practicada si mantenemos (a los padres) alejados de la vida comunitaria como si estuvieran excomulgados».
Exhortó a los párrocos a «no agregar un peso adicional al que deben soportar los niños en esta situación. Desgraciadamente, el número de estos niños y jóvenes es muy grande».