El general Florencio Jiménez fue un héroe a quien no le gustaban las lisonjas, las adulancias, como ocurre hoy día con algunas personas que por ocupar un cargo público olvidan sus raíces, que sus padres eran humildes, pierden sus valores.
Las palabras corresponden al artista plástico Víctor González, “Toto”, quien fue el orador de orden en la sesión especial que con motivo de los 226 años del natalicio del héroe epónimo, se celebró este lunes.
Las actividades del día se iniciaron con una misa en la iglesia Nuestra Señora de Altagracia, oficiada por el párroco Havis Escalona, quien en su homilía pidió la aportación de todos los quiboreños para el engrandecimiento del municipio.
“Todavía tenemos muchas cosas por hacer; Florencio Jiménez hizo las suyas; comencemos a ver las cosas positivas; como familia hermanada, vamos a trabajar por Quíbor”, dijo en su intervención.
Luego, en la plaza donde se encuentra el busto del patriota quiboreño, se llevó a cabo la tradicional ofrenda floral, ahora también social, por parte de las máximas autoridades municipales y representantes de organismos locales, regionales y de la empresa privada, acto amenizado por la Orquesta Típica Municipal Ángel Ramón Arráez, bajo la dirección de, Jacinto Arráez.
Allí estaban, el alcalde José Gregorio Martín, su esposa, María Isabel de Martín, la presidenta del ayuntamiento, Yusmary Alvarado, y entre los invitados especiales, la profesora Arminda de Jiménez, descendiente del general Jacinto Jiménez.
Posteriormente, en el salón de sesiones del Concejo Municipal, se desarrolló la sesión especial con Víctor González como orador, quien resaltó la brillante carrera militar de aquel quiboreño, analfabeta, que alcanzó la gloria luchando por la libertad de Venezuela y de otras naciones.
Recordó que, de acuerdo a historiadores, Jacinto Jiménez se enroló en la milicia cuando apenas tenía 21 años, recibiendo de su padre, también agricultor, la bendición acompañada de una frase preñada de patriotismo: “Vaya usted a ser libre con los libres”.
Citó algunas situaciones de quien se consagraría como héroe, cuando fue herido en una mano y un brazo en 1817; año en que fue apresado por los realistas y obligado a formar filas a su lado durante un año, hasta que logró escapar y volver a la lucha libertaria.
“Bajo las órdenes de los grandes entre los grandes, como el Marqués del Toro, José Félix Ribas, Rafael Urdaneta, Antonio José de Sucre, y El Libertador Simón Bolívar, participó en un sinfín de acciones militares, refriegas, escaramuzas, misiones, batallas”, expresó.
Dijo que Bolívar, en muchas de sus cartas, hizo referencia a Jiménez, por su valentía, su lealtad, su espíritu de libertad.
González también se refirió a un episodio vivido por el quiboreño en Bogotá, donde, contrariado por algunas intrigas contra el Libertador, se levantó en armas con apenas 500 hombres, enfrentando al presidente Mosquera, que tenía al mando 5.000 de infantería y 1.500 de caballería, a quien logró vencer luego de casi doce horas de una sangrienta batalla, conocida como Acción del Santuario.
En su testamento dejó como heredero a su sobrino Rafael Jiménez, a quien le pide venda sus propiedades, un caballo, 4 mulas, 3 burros, 4 vacas, 30 cabras y un conuco, para pagar las deudas.
Sus cenizas reposan en el Panteón Nacional en reconocimiento a su labor patriota.
La Frase
Bolívar le ofreció la Presidencia de Colombia y no la aceptó, por sus condiciones de salud, pero, primordialmente, porque no era hombre de apetencias políticas.
En 1851 entrega su declaración jurada despidiéndose de la carrera militar y el 28 de agosto de 1851, a los 62 años, fallece en Caracas luego de una intervención quirúrgica originada por sus afecciones renales.
Hugo J. Boscán
Fotos: Iván Piña