El average (promedio)- país está muy bajo, debido a la incapacidad demostrada por el gobierno y factores de oposición para la declaración de un acuerdo definitivo en una agenda de soluciones que debería estar concentrada en la inseguridad y en la economía, fundamentalmente.
La inseguridad, que alcanzó el año pasado los casi 25.000 homicidios y que este año ha truncado la vida de 1.200 personas sólo en Caracas, demuestra que el Estado no ofrece ninguna garantía sobre este derecho, dada la impunidad promovida desde los altos niveles de gobierno.
Los hechos reiterados e incontrolables de inseguridad en contra de los ciudadanos y el terror que esto ha causado en la sociedad ha hecho de la violencia un culto: se ha convertido en un tema cotidiano, que ocupa la mayor atención de los venezolanos. La alta tasa de criminalidad en Venezuela es un problema que debe ser reconocido principalmente en cuanto sus raíces sociales, por lo cual esta situación debe ser enfrentada de forma estructural: hay que ir a la prevención. El gobierno sólo va a la represión: el Plan Patria Segura –que fue reforzado la semana pasada, según el ministro de Interior, Justicia y Paz- no ha tenido los aciertos esperados y sus resultados se dispersan en las múltiples y certeras arremetidas de la delincuencia.
En cuanto a la economía: en primer lugar, el gobierno no puede resistirse a las condiciones establecidas por el mercado mundial. La capacidad productiva del país no puede –ni debe- girar alrededor de los hidrocarburos, porque los precios del petróleo y sus derivados están determinados por el libre juego de la oferta y la demanda. Razón por la cual, al bajar los precios del petróleo en los mercados internacionales, el país es impactado en su totalidad como de hecho lo está siendo en la actualidad y sus efectos devastadores recaen directamente en el presupuesto de todos los venezolanos; ya que la dependencia del país sobre el petróleo es de un 95%, nada más y nada menos.
Y en segundo lugar, las distorsiones en la economía nacional vienen dadas por el intervencionismo y los controles exacerbados de Estado: el desarrollo de la economía está sujeto a las intervenciones coherentes del Estado para favorecer su libre funcionamiento y no lo contrario. Por tanto, el socialismo no puede ser la excusa para que la economía sea sometida a los caprichos de un modelo político que está fuera de tiempo. China no puso en juego su futuro, –y cómo hacerlo con una población de más de 1.000 millones de habitantes- y ahora es la segunda economía capitalista del mundo. Y más recientemente Cuba, va de prisa y sin vuelta atrás a los brazos de su otrora odiado enemigo histórico los Estados Unidos.
En este juego político todos sumamos average, aunque es el sector oficial quien asume la mayor responsabilidad por las tareas que por vía constitucional le corresponden. La política no es capricho y los errores no se lo podemos achacar a la mala suerte, ni es cuestión de mala racha. En la política como en el beisbol los errores se pagan, si este gobierno viene lanzando pelotas fuera de la zona de strike o se concentra en el juego o esté dispuesto a que le anoten carreras.
La situación actual, reviste de la mayor seriedad, apertura y claridad posible. El juego no está perdido y cada día es otro comienzo de inning que le abre una nueva oportunidad a otros venezolanos, capaces de acordar –desde una verdadera oposición- en nombre del país y del futuro una agenda de soluciones entre otros, sobre los temas ya referidos.